¿Quién soy?

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Licenciada en Periodismo por la Universidad de Oriente en Santiago de Cuba, en el año 1994, y Máster en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de La Habana, en el año 2009. Esta es una página personal, dedicada a mi querida ciudad de Las Tunas, en Cuba, y con las puertas abiertas a otros sitios de la provincia, que lleva igual nombre. Espero que sigamos compartiendo imágenes, historias, anécdotas y proyectos de la tierra que nos vio nacer o que nos acogió como hijos propios. Ah, ahí les dejo varias fotografías de los 8 municipios tuneros.

domingo, 19 de enero de 2014

La humildad del Doctor Sandy, también en Venezuela

Foto: Yaimí Ravelo Rojas



 Caracas, (Venezuela).-  Grata, muy grata, fue mi sorpresa cuando en la sala de Rehabilitación Integral Diego Salazar, de la capital venezolana, me hablaron de Reynerio. Inicialmente me preguntaron en qué parte de Cuba vivo; y al decir que en la provincia de Las Tunas, enseguida me hablaron de él.
Claro está que en un primer momento no supe de quién se trataba.  Son tantos los tuneros que han llegado a ayudar a los más humildes del territorio bolivariano que tuve dudas. Pero, cuando me dijeron que era Sandy Camejo reí a carcajadas por mi desliz y por la alegría profunda y sincera que sentí.
¿Cómo no recordar a un hombre que es toda una escuela en la psicología, la humildad, el buen trato y los conocimientos?  Lo busqué en mi memoria caminando por los pasillos de la emisora Radio Victoria y sentado en el estudio principal, ofreciendo consejos a las familias tuneras sobre disímiles aspectos.
También volvieron a mis recuerdos aquellos días del año 2005, cuando mi niña presentó un cuadro de ansiedad por una separación familiar y él, con la paciencia de su sabiduría, me orientó ejercicios y terapias para que dejara de comerse las uñas y para que su sueño resultara más reparador.
Alguien me dijo dónde estaba y enseguida lo busqué.  Sin mediar besos o abrazos le pregunté: ¿Se acuerda de mí? Y su rostro emocionado no tuvo que emitir palabras.  Conversamos largo rato, como ocurre en cada encuentro, de la familia y la salud.  Y luego hablamos del interesante trabajo que realiza en esta ciudad de tantas diferencias.
Supe que llegó a Venezuela hace 16 meses y que en ese período ha atendido a miles de personas, fundamentalmente niños y adolescentes para quienes se ha convertido en un amigo y a veces, hasta en un padre afectivo.
“Yo me dedico al tratamiento, desde el punto de vista logopédico y foniátrico, a aquellas personas que de una u otra forma tienen trastornos en el lenguaje.  Puede ser por enfermedades neurológicas o por dificultades desde el punto de vista conductual o de aprendizaje. A todos le damos la atención psicopedagógica para modificar estilos de vida negativos en la población”.
Por eso considera que es útil la labor que realizan él y otros cubanos en el territorio venezolano.
“Yo diría que uno de los mayores logros de la misión médica cubana en este país es resolver o aliviar los problemas de las personas.  Nosotros, como terapeutas del lenguaje, trabajamos mucho con las parálisis faciales y también damos entrenamiento de gimnasia articulatoria.  Puedo decir que es un éxito la función de nosotros, no en lo personal y sí en lo colectivo”.
Con una larga experiencia como profesional de la salud, el Doctor Sandy Camejo acumula gratas impresiones de la relación con sus pacientes venezolanos.
“Imagínate.  En primer lugar, conocer otro lugar del mundo donde uno pueda ejercer su profesión siempre deja ricas experiencias.  Te puedo decir que el pueblo venezolano siempre coopera con nosotros en las consultas y a veces tratan de ayudarnos a resolver nuestros problemas, no las necesidades materiales, pero sí otras relacionadas con la lejanía y la nostalgia que sentimos por nuestro país.”
En Las Tunas, a casi 700 kilómetros al este de La Habana, unas cuantas personas se preguntan constantemente por el doctor Sandy, un profesional con una experiencia acumulada y a quien muchos agradecen sus terapias, charlas y las soluciones de determinados problemas. Y en Caracas, a enorme distancia, el sentimiento es recíproco.
“Aparte de mi familia, extraño bastante al programa En Casa, de Radio Victoria, y al canal territorial Tunasvisión.  El pueblo natal no se olvida, del parque no me puedo olvidar porque allí me sentaba a hablar con mis amigos; del estadio, ni hablar y pudiera decirte que extraño mucho pero voy a cumplir mi misión y voy a representar a mi pueblo y mi Patria porque este es mi campo de batalla”.
El Doctor Reynerio Camejo Lluch, a quien todos llamamos Sandy, cumple misión internacionalista y solidaria en el territorio venezolano, a donde trajo una larga experiencia que forjó paso a paso y que pone en práctica día a día en el trato ético y respetuoso con sus pacientes, en su mayoría niños y jóvenes.

domingo, 5 de enero de 2014

Lágrimas y sonrisas en el rostro alegre de Maribel



Aragua (Venezuela).- Las bellas montañas de la Colonia Tovar, en el estado venezolano de Aragua, reciben cada día las caricias de los sensibles ojos de una enfermera de la provincia de Las Tunas, quien sonríe y llora con igual pasión cuando habla de su casa y de las personas que le esperan allá.
Desde hace varios meses presta sus servicios como enfermera intensivista en el Centro de Diagnóstico Médico Integral del lugar, regalando a sus pacientes un trato exquisito en calidad y eficiencia, tal como hace de manera habitual en el lejano municipio de Majibacoa, exactamente en el policlínico “7 de noviembre”, de Calixto.
Maribel Santana Rojas es una mujer joven y fuerte, aunque ya acumula 22 años de trabajo.  Pero, esa amplia experiencia no la amilana y, al igual que ocurre en otros rincones de la extensa geografía venezolana, se empeña en aliviar los padecimientos de muchas personas y en prevenir enfermedades, sobre todo las respiratorias por la humedad y el frío que caracterizan a este lugar montañoso, a casi dos mil metros sobre el nivel del mar.
“Siempre los atiendo con mucha pasión y ellos se han sentido muy bien porque saben que los trato como si fueran de mi propia familia”.  Así dice Maribel mientras sonríe con una mirada tierna y llena de orgullo. Y asegura que su empeño con los pacientes la hace sentir muy bien, casi sin tiempo para la nostalgia.
“Este es un lugar muy bello, como bellos son los habitantes, muchos de los cuales descienden de alemanes.” Con la voz entrecortada por la emoción me cuenta cómo se relaciona con ellos.  “Llegan aquí enfermos, tristes y preocupados; y con la atención que les damos, no quisieran irse. Hasta nos piden quedarse unos días más”.
En estos meses de incansable labor, esta sencilla mujer se ha crecido por el agradecimiento de sus pacientes, y de manera particular por una persona especial.
“Es una persona diferente, que ha estado ingresada en muchas ocasiones.  Siempre se muestra muy contenta con nosotros, nos quiere mucho y dice que como los cubanos no hay otros en el mundo, que lo mejor que hizo el Comandante Hugo Chávez fue traernos para aquí y que está muy orgullosa de nosotros”.
Como para reafirmar las palabras de la enfermera tunera, la mujer, con la humildad impregnada en su rostro, derramó lágrimas llenas de silencio que hablaron de cariño, confianza y de una inmensa gratitud.
Esa y otras anécdotas estarán en la boca de Maribel cuando regrese al distante poblado de Calixto, un sitio especial en su corazón, donde la escucharán vecinos, familiares y compañeros de labor.
“Les contaré sobre el trabajo que realicé aquí en un lugar bonito, en el que los pacientes nos cogieron mucho cariño.  Que ellos no querían que nos fuéramos, que cumplimos la misión que nos encomendó el Comandante en Jefe Fidel Castro y que no importa el tiempo en aras de honrar nuestro compromiso”.
Entre lágrimas de emoción, esta sencilla y humilde mujer encuentra espacio para las sonrisas.
“Yo estoy muy orgullosa desde que llegué aquí. Tengo a mi niña embarazada y voy en marzo de vacaciones para estar al lado de ella a la hora del parto”.
Maribel Santana Rojas añora las jornadas junto a su familia; y también a sus pacientes y amigos del municipio tunero de Majibacoa.
Pero, se siente útil a miles de kilómetros, en las alturas de la Colonia Tovar, un lugar paradisíaco del estado venezolano de Aragua, al que llegó hace ya varios meses y del que conservará, por siempre, placenteros recuerdos.

Tengo un compromiso muy grande y pienso cumplirlo hasta el final



Foto: Yaimí Ravelo Rojas
Guanare, Portuguesa (Venezuela).-  En Guanare, la capital estadal de Portuguesa, sentí la risa de una muchacha joven, una vieja conocida que caminó desde niña por los pasillos de la emisora Radio Victoria, de la provincia de Las Tunas, tras su madre, Reina Ramona Rodríguez Reyna.
Sabía que en esa ciudad se crecía en la inmensidad del internacionalismo y la localicé desde Caracas porque en tierras lejanas todos somos hermanos, más si se comparte la nostalgia por el sitio que nos vio nacer y por espacios comunes.
Conversamos largo rato, sentadas en un cómodo sofá, y luego de hablar sobre la familia, el lento paso del tiempo y las añoranzas, me contó de su responsabilidad como distribuidora de medicamentos en un almacén desde que llegó al territorio bolivariano, en el mes de marzo.
“Gracias a mi trabajo de cada día evito que falten los medicamentos esenciales para el buen desenvolvimiento de los consultorios médicos populares, los centros de diagnóstico integral y las salas de rehabilitación.  Y, por supuesto, contribuyo a que esos productos lleguen con calidad, en el tiempo requerido”.
Ella es una muchacha joven y alegre, hija y nieta de personas humildes; pero, a la vez responsable y entregada a la causa de la solidaridad y comprometida con muchas personas a las que ni siquiera conoce.
“Claro que estoy dispuesta a cumplir con todas las tareas que me han sido asignadas.  El hecho de estar aquí es un compromiso muy grande y pienso cumplirlo hasta el final. Cumplo mis horarios de trabajo con disciplina y estoy dispuesta a enfrentar todo lo que haya que enfrentar”.
Cada día, al despertar y al anochecer, sus pensamientos vuelan lejos y ve su hogar, siente el cariño de su gente y la nostalgia la invade.  Pero, la disminuye de una manera especial.
“Centrándome en mi trabajo.  Con mucha atención a mis actividades cotidianas evito la nostalgia, aunque se siente y se extraña mucho.  También me ayuda vivir con una tunera, Ada Luz Peña Ortiz.  Es muy buena amiga, nos cocinamos juntas, trabajamos juntas y salimos juntas”. 
En todas las jornadas, la tunera Daimara Quintana Rodríguez se siente útil y orgullosa de la profesión de farmacéutica, la que le permitió crecerse como mujer cubana en una tierra extraña; pero, hermanada con la nuestra en la voluntad de hacer el bien a todas las personas por igual.

Una mujer tímida que sonríe



Foto: Yaimí Ravelo Rojas
Miranda (Venezuela).-  Una mujer de Amancio, en la provincia de Las Tunas, está a días de regresar a la patria, luego de largos meses repartiendo conocimientos para el desarrollo de diferentes habilidades entre los niños de la parroquia Leoncio Martínez, en el municipio de  Sucre, estado de Miranda. 
Elsa Peña Céspedes es tímida al hablar; pero, sonríe con facilidad cuando habla de su tierra, de las niñas que nacieron de su vientre y también cuando menciona a la Casa de Cultura Sergio Reynó Reyna, donde trabaja, o cuando sabe que su quehacer es útil en estas tierras hermanas.
Rodeada de varios miembros de sus talleres, esta integrante de la misión Cultura Corazón Adentro contó, a modo de resumen, su desempeño durante varios meses en el territorio bolivariano.
“En el período que he trabajado aquí he realizado mis talleres y he participado en diferentes eventos en las parroquias, los municipios y en los estados. Hasta ahora me ha ido bien y mi mayor satisfacción es que los niños también nos han enseñado diferentes técnicas que las hemos acogido muy bien”.
Con casi dos años de trabajo en la nación sudamericana, Elsa se siente satisfecha y atesora varias experiencias.
“He encontrado cosas que yo no esperaba ver.  Tengo las condiciones para cualquier técnica que vaya a realizar.  Y experiencias también tengo muchas.  Hay niños pequeñitos, de primer grado, que quedan encantados con lo que yo hago y entonces quieren volver, para aprender más y me dicen que van a traer a su mamita para que vea lo que ellos hacen y yo me digo que no solo quieren aprender sino que quieren que su familia aprenda”.
Llena de cariño se ilusiona y desea compartir sus vivencias con los compañeros de trabajo de su terruño porque “es que allá inventamos mucho, vivimos creando y creando, con ingenio, y aquí solo basta con aplicar la técnica”.   
Con sencillas palabras, la amanciera Elsa Peña Céspedes reafirma su compromiso y se enorgullece por cumplir con esta misión, con Cuba y con el pueblo tunero.
Fue, y aún es, muy útil en un pedacito de Venezuela donde se multiplica el municipio de Amancio, la provincia de Las Tunas, y todo nuestro país como parte de la obra humana que se construye en tierras bolivarianas.
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Misión Cultura Corazón Adentro