

ESTE ES UN TEXTO ESCRITO POR EL RECONOCIDO PERIODISTA LUIS MANUEL QUESADA KINDELÁN, MAESTRO DE REDACTORES Y REPORTEROS, ENTRE LOS QUE ME INCLUYO.
Argollas para amarrar caballos en pleno centro de la ciudad de Las Tunas
Los que recuerden a Las Tunas prerrevolucionaria casi seguro tendrán en sus mentes aquel pequeño poblado, sin desarrollo industrial, cuya principal fuente de ingresos para la población se basaba en la actividad agrícola-comercial.
Prácticamente en cada esquina había un establecimiento particular y abundaban los barberos, zapateros, limpiabotas, vendedores ambulantes y otras formas de negocio.
La base que sostenía económicamente a este pueblo era la producción agropecuaria, que se obtenía en las zonas rurales que rodeaban la ciudad, por parte de campesinos y obreros agrícolas.
La mayoría de ellos utilizaban el caballo para trasladarse hasta aquí y transportar los productos que traían para vender, tras recorrer grandes distancias.
Los comerciantes que ocupaban las principales calles del actual centro de la ciudad, colocaban en la parte inferior de la acera, frente a su establecimiento, unas argollas para que los campesinos amarraran allí sus caballos.
Quizás muchos tuneros no hayan tenido la curiosidad de observar las argollas que aún persisten en muchas aceras de la ciudad y que servían como “parqueo” al medio de locomoción más utilizado entonces: el caballo.
Con el tiempo Las Tunas se convirtió en la gran ciudad que hoy conocemos.
Sin embargo, allí están las argollas, como mudos testigos de una época, que forma parte de la historia y las costumbres de esta ciudad del oriente cubano.