El pueblo cubano es invencible, pleno de convicciones y valores y defensor a ultranza de sus conquistas. Así se comporta hoy, tal como se comportó en aquel lejano abril del año 1961, cuando en apenas 72 horas asestó una estocada inesperada e increíble al gobierno de Estados Unidos.
Hace 49 años, mercenarios preparados y financiados por Washington quisieron derrocar el naciente gobierno encabezado por Fidel Castro Ruz. Y no pudieron. Llevaron consigo la primera gran derrota del imperialismo yanqui en América Latina.
En esa fecha, muchos cubanos dignos se levantaron en armas y marcharon hasta la Ciénaga de Zapata, en la provincia de Matanzas, por donde penetraron los invasores. Entre la maleza y el pantano se escuchaban las bombas y los disparos. Pero, también sobresalían las voces de apoyo a la Patria. Ah, y unas, temblorosas, pidiendo clemencia: No tiren, soy cocinero, jajajajaja.
Después de 49 años, en Cuba seguimos sintiendo orgullo por Girón. ¿Qué cubano verdadero no lo siente cuando se menciona ese histórico sitio de la Ciénaga de Zapata? Fue el último reducto de los invasores mercenarios de abril de 1961. También fue el lugar donde el pueblo cubano, guiado por Fidel, defendió sin vacilación las banderas de la naciente Revolución Socialista.
Hoy, cuando Europa y otras regiones del mundo intentan condenarnos una y otra vez, decir Girón es reafirmar la decisión de seguir siendo libres, soberanos e independientes. Y es rendir merecido tributo a sus protagonistas.
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