La historia se repite.
En otro septiembre, los pasillos de esta escuela vuelven a recibirme.
Mis primeras pisadas fueron más fuertes, con la lozanía de los años de infancia, cuando estudiaba la enseñanza primaria.
Pasó el tiempo y volví con mi niña. Después, con el niño.
Mis pasos de ahora son igual de alegres; pero, en ellos se nota el transcurso del almanaque y más si se compara con la marcha de Johannita y Oscarito.
Otra vez el seminternado “Toma de Las Tunas” me recibe, como en cada inicio del curso escolar, orgullosa de ser una madre cubana de estos tiempos, en los que se aseguran, de forma gratuita, todos los niveles de educación.
Hoy mis muchachos, de 10 y 7 años, están felices. Se arreglaron mucho antes de que saliera el sol y caminaron más rápido que yo, como para no perderse ni un minuto de reencuentro con los maestros y amigos.
Ahora tienen sus materiales escolares y ya hojean, y ojean, sus libros de Lectura, soñando con protagonizar los cuentos que disfrutarán este curso escolar en el querido seminternado “Toma de Las Tunas”.
1 comentario:
Hola, Yenima. Me gustó este trabajo porque me sentí identificada contigo. Tenemos una historia similar en ese Seminternado. Gracias porque seguro este es el sentir de muchas madres que cada día encaminamos a nuestros hijos.
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