Caracas (Venezuela).- Una joven del municipio de
Manatí, en la provincia
de Las Tunas, trabaja actualmente en esta ciudad, donde enseña las técnicas
que dominaba en Cuba y, a la vez, aprende cosas nuevas para luego enseñar a sus
niños del centro escolar Orlando Canal Santos.
Ella es alegre, y muy risueña, y de
su andar y hablar se desprende una luz que ilumina a los demás y que ella misma
aprovecha para dar colores a lo que toca, especialmente a los lienzos vírgenes
que convierte en preciosos cuadros.
Así la conocí hace pocos días en Caracas, como parte de una
exposición de artes plásticas que celebraba el sexto aniversario del nacimiento
de la misión Cultura Corazón Adentro, un proyecto social creado el 26 de abril
de 2008 por el Comandante
Hugo Chávez y que se centró en el rescate de la diversidad cultural en todo
el territorio venezolano y de las tradiciones ancestrales que marcan las
costumbres y la idiosincrasia de pequeños pueblos o grandes ciudades.
Lisandra Rivero Machado es una joven
colaboradora que camina por las calles de la capital venezolana extrañando a su
terruño, aunque a cada paso ratifica el compromiso que la trajo a miles de
kilómetros de su hogar.
Apenas lleva cuatro meses en el
territorio bolivariano y sabe que aún le falta mucho por hacer. Por eso se
crece ante la nostalgia que a veces la ronda, como una compañera silenciosa y
ríe sin prisas cuando le pregunto en qué piensa durante las noches.
“Esa pregunta es un poco difícil
porque todos los días se extraña. Y
aparte de eso, yo digo que tengo un día al mes para tirarme en una cama y
llorar porque extraño mucho a mi Cuba,
a Las Tunas, a Manatí…”
Casi sin detenerse contó una
anécdota que le sucedió a los cuatro días de llegar a Venezuela.
“Cuando desperté y abrí los ojos no
reconocí el lugar en el que estaba y pasé como cinco minutos mirándolo todo
porque creía que estaba en mi casa y no, estaba en Caracas”.
Aunque hay similitudes, también existen
diferencias entre el trabajo que realiza un instructor de arte en Cuba con las
acciones que desarrolla en Venezuela y así lo ve esta joven.
“La misión cultural es una gran
escuela, sobre todo en lo que es el trabajo directo con la comunidad porque en
nuestro país los instructores trabajamos en las escuelas y en las comunidades;
pero, aquí trabajamos directamente en la comunidad. Es un trabajo fuerte, un trabajo que necesita
dedicación, que lleva tiempo, que hay que ponerle mucho amor y hay que tener
paciencia y comprensión. Y amar lo que
uno hace, sobre todo eso para poder tener buenos resultados. Pero, se aprende mucho de la comunidad, de
las personas, de sus costumbres, de las tradiciones venezolanas. Es algo muy
lindo y muy importante”.
Cuando Lisandra llegue a Manatí
tendrá muchas cosas que contar y enseñar a sus niños.
“Yo digo que con este tipo de misión
se produce una transculturación. O sea, de Cuba traemos a Venezuela y de
Venezuela llevamos a Cuba. Cuando yo
llegue puedo aplicar diferentes tipos de trabajos manuales que se hacen aquí,
quizás hacer un círculo de interés para que los niños conozcan más las
tradiciones venezolanas, cómo es que se trabaja aquí por el calendario festivo,
porque es un país muy religioso, así que es algo importante y algo que podrían
conocer”.
Precisamente como los niños son sus
principales destinatarios, en Venezuela, ha encontrado a muchos; pero,
desarrolla una particular relación con dos hermanitas.
“Ellas trabajan conmigo en un
infocentro. Son niñas muy autodidactas y les gusta hacer las cosas por ellas
mismas. Estoy trabajando una técnica que
se llama papel maché y no la conocían.
Se encantan con eso. Investigan,
hacen cosas… Yo les enseño una técnica en el taller y cuando llego al otro
encuentro ya me traen algo hecho de su casa, por sus propias manos, así que es
muy bueno todo”.
En Caracas o en Manatí, Lisandra
Rivero Machado se siente útil y dispuesta a aprender tanto como lo que
enseña.
Esta joven llegó a Venezuela hace apenas
cuatro meses y ya acumula una bonita experiencia que amplía cada día con la
cotidianeidad de sus acciones, las que espera multiplicar hasta el fin de su
colaboración como parte de la misión Cultura Corazón Adentro y de manera
especial como artista de la plástica.
Precisamente ya cautivó al público
venezolano con un cuadro con la técnica de pincel seco sobre lienzo, que lleva
por título Yo Frida, a partir de la
relación que establece entre la obra de la pintora mexicana Frida Khalo, relacionado
con la maternidad.
Y, de seguro, tendrá otras lindas
experiencias.
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