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Licenciada en Periodismo por la Universidad de Oriente en Santiago de Cuba, en el año 1994, y Máster en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de La Habana, en el año 2009. Esta es una página personal, dedicada a mi querida ciudad de Las Tunas, en Cuba, y con las puertas abiertas a otros sitios de la provincia, que lleva igual nombre. Espero que sigamos compartiendo imágenes, historias, anécdotas y proyectos de la tierra que nos vio nacer o que nos acogió como hijos propios. Ah, ahí les dejo varias fotografías de los 8 municipios tuneros.

miércoles, 15 de febrero de 2012

El pedraplén más antiguo de Cuba se mantiene como el primer día




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Puerto Carúpano (Puerto Padre).- Caminar por este sitio, en el norte de la provincia de Las Tunas, es echar a volar los recuerdos y el orgullo porque aquí está el primer pedraplén ejecutado en Cuba, hace ya 102 años, el cual es hoy una de las siete maravillas de la ingeniería tunera.

Llamado antiguamente Juan Claro, este cayo limita al norte con Cayo Puerco, al sur con el poblado de Delicias, al este con el municipio de Jesús Menéndez y al oeste con la Bahía de Puerto Padre.

Dicho así, pareciera lejano y solitario; pero, el pedraplén Delicias-Cayo Juan Claro desafió al mar; claro está, con la inteligencia de los hombres.

Cuentan que su primer habitante fue un pirata de origen español que operaba en la zona y se llamaba Juan Claro. En cambio, las primeras familias asentadas en la comunidad fueron trabajadores provenientes de Cascarero y constituyeron la simiente del poblado, en el que hay un puerto, cafetería, terminal de azúcar a granel, farmacia, tiendas, consultorio del Médico y la Enfermera de la Familia y otras instalaciones.

El pedraplén tiene una longitud de mil 600 metros y se hizo para extender una línea de ferrocarril que favorecería la exportación del azúcar que se fabricaba en los ingenios Delicias y Chaparra, actualmente Antonio Guiteras el primero y sin funcionar el segundo, llamado durante varios años Jesús Menéndez.

Para hacerlo, se trajeron piedras de disímiles tamaños, en tren. Se colocaban sobre trípodes de madera dura enclavados en el terreno lodoso y la única forma era que el tren entrara de retroceso. Cuando ya el terreno estaba compactado se ponían las líneas férreas y se avanzaba un pedazo más.
Ya en 1960, y con la colaboración de pobladores del cayo y trabajadores del central, se ejecutó una carretera de más de seis metros de ancho aledaña a la vía del ferrocarril.

Hoy se mantiene como el primer día, para deleite de quienes transitamos por allí con frecuencia o esporádicamente.

Y lo que más satisfacción causa es que, al cabo de tantos años, nunca ha afectado la ecología del lugar.

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