¿Quién soy?

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Licenciada en Periodismo por la Universidad de Oriente en Santiago de Cuba, en el año 1994, y Máster en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de La Habana, en el año 2009. Esta es una página personal, dedicada a mi querida ciudad de Las Tunas, en Cuba, y con las puertas abiertas a otros sitios de la provincia, que lleva igual nombre. Espero que sigamos compartiendo imágenes, historias, anécdotas y proyectos de la tierra que nos vio nacer o que nos acogió como hijos propios. Ah, ahí les dejo varias fotografías de los 8 municipios tuneros.

viernes, 26 de agosto de 2016

Educación en Las Tunas



Al almanaque le quedan escasas jornadas del período vacacional, una etapa linda que siempre deja gratos recuerdos en los estudiantes y que los motiva a caminar por senderos desconocidos en el nuevo calendario académico que está por comenzar.
Pero, si lindas son las vacaciones, más hermoso es septiembre, con las calles llenas de blanco, rojo, amarillo, carmelita y azul y de muchos sonidos alegres por los reencuentros entre amigos y profesores.
En la provincia de Las Tunas pronto iniciará otra etapa lectiva, con unos 84 mil 200 alumnos, garantía de la base material de estudio en todas las enseñanzas y cerca de 10 mil trabajadores vinculados directamente con la docencia.
Por eso hay satisfacción; aunque vuelven a la memoria de los que ya peinan canas otros momentos y otras circunstancias tristísimas porque reinaba un ambiente desolador en el sector educacional, al extremo de que el analfabetismo de la población de seis a nueve años de edad alcanzaba el 82,9 por ciento, la más alta de toda Cuba.
Así era entre 1952 y 1958, cuando los iletrados en la población de 10 años y más ascendían al 40,3 por ciento en los antiguos municipios de Las Tunas y Puerto Padre.
La mayoría no podía ir a las escuelas.  Primero porque esas instalaciones no eran suficientes y también porque escaseaban los maestros.  Se añade la caótica situación económica de casi todo el pueblo y los niños- lamentablemente- no podían destinar un dinero inexistente a la compra de libros y libretas.
Tampoco podían abandonar sus quehaceres habituales con un azadón o un machete, vendiendo baratijas por las calles o los caminos, limpiando mesas en un restaurante, haciendo mandados o, en el caso de las niñas y jovencitas, limpiando, cocinando y lavando en las viviendas de las familias pudientes.
Afortunadamente, atrás quedaron esos años.  Con el Triunfo de la Revolución, en enero de 1959, en Cuba se desplegó la Campaña de Alfabetización, y luego se desarrolló, con mayúsculas, el sistema educacional.
Desde entonces hubo más escuelas para todas las enseñanzas, incluyendo algunas dedicadas a los niños ciegos, sordos, limitados físico-motores y con dificultades en el aprendizaje.  Se abrieron más universidades y se adoptaron varias disposiciones para formar al personal docente calificado.
Los números demuestran las transformaciones.  En el curso escolar 1958–1959 apenas había 200 escuelas en el Regional Tunas-Puerto Padre.  Un quinquenio más tarde, la matrícula ascendía a más de 50 mil 400 alumnos, atendidos por mil 200 maestros. Y así, año tras año, crecieron todos los indicadores y, por ende, los resultados.
Hoy este territorio, a 690 kilómetros al este de La Habana, concreta los sueños de muchos patriotas y también de gente sencilla del pueblo, que ya no viven físicamente; pero, aspiraban a un porvenir luminoso e ilustrado para sus hijos y nietos; un futuro que se convirtió en presente para cada generación de tuneros.

martes, 23 de agosto de 2016

Mujeres cubanas



Las mujeres cubanas somos protagonistas activas de la sociedad y así es desde el primero de enero de 1959, cuando el Ejército Rebelde, dirigido por el líder Fidel Castro Ruz, derrocó a la dictadura militar de Fulgencio Batista.
Desde esa organización armada, un grupo de féminas también hizo notables aportes a la libertad de la Patria y, luego, a la construcción de un mejor país, a partir de la fundación de la Federación de Mujeres Cubanas, el 23 de agosto de 1960.
Dicha fecha marcó un cambio radical en la incorporación de las damas a la sociedad, mediante un acceso igualitario al empleo, la sanidad y la educación, sin los rezagos de la prostitución y la marginación a la que la mayoría estaba sometida, especialmente en las zonas rurales.
Muchos años han pasado desde entonces.  Y cada vez es mayor la contribución de las mujeres a la medicina, el magisterio, la defensa, las labores de dirección y en muchas otras esferas del desarrollo económico y social. 
El motor impulsor está en Carlota, la reconocida esclava lucumí, en Ana Betancourt, Mariana Grajales, María Cabrales, Amalia Simoni… En Celia Sánchez y Vilma Espín… Y en otras tantas.
En fin, las mujeres cubanas de hoy tenemos muy buenos ejemplos. Nuestra participación crece de modo notable; de un lado por nuestra vocación de libertad e independencia; pero, también se debe a la alta preparación cultural y política adquirida por las féminas de Cuba. 
La Revolución nos ha permitido protagonizar las esferas laboral, educacional, científica, económica, política y social, en igualdad de condiciones. 
Así lo soñó el Héroe Nacional, José Martí Pérez.  Por ello escribió bellas frases a los niños en su inolvidable texto La Edad de Oro: 
- “Las niñas deben saber lo mismo que los niños, para poder hablar con ellos como amigos cuando vayan creciendo”.
- “Nunca es un niño más bello que cuando trae en sus manecitas de hombre fuerte una flor para su amiga.”
“La mujer no es como nosotros, sino como una flor, y hay que tratarla así, con mucho cuidado y cariño, porque si la tratan mal, se muere pronto, lo mismo que las flores”.
También en otras publicaciones se refirió a la grandeza, los valores, la delicadeza y las virtudes de las féminas:
“¿De mujer? Pues puede ser / que mueras de su mordida; / ¡Pero no empañes tu vida / diciendo mal de mujer!”
“¿Qué será de los hombres el día en que no puedan apoyar su cabeza en un seno caliente de mujer?”
“(…) las campañas de los pueblos sólo son débiles, cuando en ellas no se alista el corazón de la mujer, pero cuando la mujer se estremece y ayuda, cuando la mujer, tímida y quieta de su natural, anima y aplaude, cuando la mujer culta y virtuosa unge la obra con la miel de su cariño, la obra es invencible”.
También gracias a José Martí, las mujeres cubanas hoy somos protagonistas activas de nuestra sociedad.

lunes, 1 de agosto de 2016

¡Cortesía!



Del rescate de valores en la sociedad cubana actual mucho se ha dicho y mucho queda por decir todavía.  Pero, es más lo que falta por hacer para que la colectividad vuelva a convertirse, o al menos se parezca, a la que era hace unos años.
La buena conducta y el comportamiento son necesarios para la vida en armonía y nunca sobran.  Además, los modales correctos abren siempre todas las puertas, no solo ante determinada gestión sino en la aceptación por parte de las demás personas.
La falta de cortesía es uno de los problemas que más golpean en el empeño de la mayoría por ser amables.  Ocurre cuando una madre con niños, una embarazada, un anciano o una persona con limitaciones físicas tiene que viajar de pie en los ómnibus o ni siquiera alcanzan a subir ante el tumulto que prefiere no hacer colas en las paradas.
Hay quienes llegan a los lugares, con sus rabias y frustraciones, y creen que los presentes son invisibles por lo que de sus labios no salen ni un ¡Buen día!, ni ¡Hola! Ni ¿Qué tal?
Otros exigen sus derechos como si fueran únicos sobre el planeta, lastiman con miradas o con palabras a sus semejantes y esos sentimientos de superioridad les envenenan el alma y, por consiguiente, los incitan a ser groseros, vulgares y abusivos.
En las casas y los centros de trabajo muchos han sido víctimas de maleducados que preguntan quién está al otro lado de la línea, sin saludar o presentarse adecuadamente.  Son los mismos que cuando llaman a un número equivocado cuelgan sin ofrecer una disculpa o que no tienen en cuenta la hora de la mañana o de la noche para pedir que le den un recado a cualquier vecino.
La vida es compleja, de eso no hay dudas.  Pero, la cortesía puede hacer llevadera una situación, por más difícil que resulte.  Una sonrisa y palabras corteses pueden marcar la diferencia.