Pedro Rogelio García Suárez es un
hombre afortunado y de eso no tiene dudas.
Le gusta lo que hace y siente la utilidad de su sudor, de las largas
noches sin dormir y de la carne que entrega cada mes para la posterior venta a
la población.
Recibió tierras ociosas en usufructo,
apenas 2.66 hectáreas que luego amplió hasta llegar a 3.77. Y decidió dedicarlas a la crianza de cerdos,
una tarea difícil; pero, muy valorada, especialmente en los tiempos actuales.
«Tengo dos naves, con capacidad para
cien animales. A veces los tengo todos;
pero, cuando hago ventas a la Empresa Porcina, me quedo con menos. Ahora mismo tengo poco más de 50, aunque
llevo muchos pequeños y hay hembras preñadas».
Quien llega a la finca no se percata
de la existencia de tantos cerdos pues no hacen ruidos significativos ni hay
moscas ni malos olores.
«Eso es porque empleo el método de
cama profunda. Mis puercos apenas
consumen agua, solo la que toman. Están sobre una gran capa de paja de arroz y
cuando defecan se recogen sus heces y siempre se mantienen limpios los corrales».
Este usufructuario asociado a la
Cooperativa de Créditos y Servicios Fortalecida Josué País, del municipio de Las Tunas,
incorporó luego aves de corral y carneros y no quiere detenerse; sino que ya
solicitó incremento para aumentar los rebaños.
«Tengo algunos animales y el espacio
es poco. Las aves sí están en una nave
cómoda; pero, los carneros están muy hacinados».
Cuenta que su esposa es más que una
compañía. Ella asume muchas tareas para
las que se necesita esfuerzo físico, atención y mucho amor por lo que se hace.
«Ella trabaja como yo. Nos ayudamos.
Es difícil porque el día se mantiene ocupado desde la mañana; pero, nos
motivamos. A veces estamos durmiendo y
un animal grita. Entonces, te levantas
como si fueran las siete de la mañana. Lo
mismo pare una puerca a las 12 de la noche que a las tres de la madrugada, y
hay que ir a hacerle el parto».
Con los carneros tampoco es fácil.
Se sacan después de las 10 de la mañana, cuando el sol aprieta y el rocío se ha
ido.
«A ellos les doy una atención
especial porque, como te dije, están con poco espacio. Hay varias preñadas y en
poco tiempo incrementaré mi rebaño».
Tiene más de 80 gallinas
reproductoras de ceba y una veintena de guanajos. Acopia los huevos y los incuba por 21 ó 30
días, respectivamente.
«Cuando nacen, vendo las crías a
través de la cooperativa y así otras personas también garantizan sus propios alimentos».
El tiempo pasa y Pedro Rogelio
García Suárez insiste en entregar toda la carne que pueda a la provincia de Las Tunas. También se traza metas.
«Quiero declarar mi finquita de Referencia
Nacional en el programa de la Agricultura Urbana,
Periurbana y Familiar y no paro hasta que lo logre».
Seguramente lo hará pues es un
hombre enamorado de su trabajo, emprendedor y eterno protagonista de sus
propias ideas.
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