Al sureste de la ciudad de Las Tunas, como quien va para la provincia de Camagüey o el municipio de Jobabo, hay un lugar que transmite paz casi todo el año, aunque por unos días su silencio se transforme en risas, música, algarabía de personas que van y vienen, y jolgorio.
Se trata del Motel El Cornito y los cambios que allí ocurren obedecen a la realización en esos predios de la Jornada Cucalambeana, fiesta mayor del campesinado cubano y recuerdo imborrable de quien ganó, por derecho propio, el título de mejor poeta bucólico del siglo XIX, Juan Cristóbal Nápoles Fajardo.
Durante una buena parte de su corta existencia vivió allí el hombre que desapareció en Santiago de Cuba sin dejar huellas, el repentista que nos dejó preciosas espinelas que recrean su amor por Rufina y la satisfacción que le causaban los árboles, animales, el río, la naturaleza toda.
Naturaleza que hoy acompaña a los tuneros, aunque en menor cuantía. De todas formas, su paisaje es, sencillamente, de incalculable belleza pues tiene una atractiva vegetación de bambúes, a cuya sombra recordamos, conversamos, disfrutamos y amamos.
Ese entorno natural se conjuga con un pequeño parque de diversiones, restaurante, cabañas, piscina, cabaret y otras áreas, como las ruinas que recuerdan la antiquísima casa en la que el poeta dio afecto a su amada para marcar la eternidad.
Hasta allá comenzaron a llegar, en el año 1930, varias sociedades fraternales y de recreo asentadas en el territorio, con el propósito de rendir homenaje a El Cucalambé. Escogieron el primer día del mes de julio, fecha de su natalicio, y participaban las principales familias de esa época.
Para eso se hacían guateques, en los que el canto de las décimas llegaba hasta el amanecer. Y con la música había baile, bebidas y la típica comida cubana: congrí, puerco asado, yuca con mojo criollo y ensalada.
Poco después del Triunfo de la Revolución, algunas figuras de la cultura cubana como Jesús Orta Ruíz, Pepe Ramírez y Ramón Veloz pensaron en una fiesta representativa de la cultura campesina y, acertadamente, escogieron el lugar.
Con los años se fueron incorporando otras actividades y en 1969 se construyó el sendero que une a Las Tunas con esa zona. Incluso, en los alrededores de esa vía surgió un reparto con numerosos pobladores.
Ahora Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, el Cucalambé, sigue vivo en El Cornito. Por una semana es el centro de atención de todos y el resto del tiempo lo recorre, en silencio, disfrutando de la naturaleza y haciendo versos para su Rufina. Su recuerdo y la acogedora vista hacen pasar a los visitantes momentos inolvidables, de paz y satisfacción.
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