Del Jardín Botánico de Las Tunas hay mucho que decir, indudablemente.
Hace pocos días lo visité una vez más y supe de su amplia colección de plantas acuáticas,
con gran valor ornamental, en la que
sobresalen algunas variedades autóctonas de Cuba, además de una mayoría
oriunda de otras zonas geográficas como nenúfares, lotos, pinitos de agua y
elodeas.
Según Waldo Bonet Mayedo, director
de la institución, en el centro se contabilizan 36 especies que crecen en áreas
de estanques y peceras, además de las que viven y se reproducen en una
extensión de la presa El Cornito, conocida como Lago del Amor por la belleza y
el romanticismo que emana de la muestra.
Precisó el especialista que en la provincia de Las Tunas se
han incrementado las poblaciones de las también llamadas plantas hidrófitas
porque se respetan sus condiciones naturales y se controlan sus principales
parámetros como temperatura del agua, iluminación y densidad poblacional.
Por eso, desde el Jardín Botánico
también se asesora a representantes de otros organismos, en aras de proteger
los ríos, canales, estanques y las presas del territorio porque el aumento de
los ejemplares puede resultar perjudicial para las faenas pesqueras, además de
dificultar el salvamento, en caso de accidentes y contaminar el agua por
materias orgánicas en descomposición.
Sin embargo- acotó Bonet Mayedo- son
notables los beneficios de las plantas acuáticas, semiacuáticas y sumergidas
pues ayudan a controlar las algas, absorben los minerales y oxigenan su entorno,
lo que resulta muy beneficioso para los peces y anfibios, a la vez que algunas variedades
generan alimento para las aves migratorias.
Además de su valor estético, varias
especies como los pinitos de agua y los nenúfares son importantes en sus
ambientes naturales porque constituyen un lugar de puesta y posterior refugio
para los alevines y peces pequeños y otras, como el jacinto de agua, se emplean
para favorecer la reproducción de crustáceos.
Importantes resultan también las
plantas hidrófitas para la creación de artesanías y la decoración de peceras
por lo que adquieren singular valor para los integrantes del Club de
Acuariofilia, especialmente para su presidente Erik
Pérez Báez, quien reprodujo en su hogar varios ejemplares de la Talia
angustifolia, en peligro de extinción.
Pero lo más importante para los
especialistas de la institución científica tunera es incrementar la cultura
ambientalista y de conservación del entorno y los ecosistemas en toda la
población, fundamentalmente los niños y jóvenes que visitan el lugar mediante
visitas personales o colectivas organizadas por las escuelas.
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