De
tan sencillo que es, en ocasiones los residentes en esta ciudad y muchos de los
que nos visitan a diario no valoramos la grandeza del tren urbano que desde
hace más de dos décadas recorre una buena parte de nuestra geografía.
Un día, y el otro, y el otro,
poco después de las 6.00 de la mañana, desde varios repartos de esta cabecera
provincial de Las Tunas se encuentran
personas que caminan presurosas hacia las paradas de ese medio de transporte
pequeño y sencillo, que traslada cada jornada a cientos de tuneros hasta
disímiles puntos de esta urbe.
Un inconfundible y alto
silbido alerta de su cercano paso y con paciencia y cortesía su conductor
espera que suban todos los viajeros para continuar la travesía que surca la
ciudad desde la Terminal de Ómnibus Nacionales, pasando por la Estación de
Ferrocarriles, hasta los alrededores del Jardín Botánico, Parque de Diversiones,
el zoológico y el motel El Cornito, donde vivió el destacado poeta Juan
Cristóbal Nápoles Fajardo, el Cucalambé.
De un extremo al otro distan
12 kilómetros y en ese tramo se benefician residentes en El Cornito, La Caldosa
y varios repartos como Santo Domingo y Finlay, además de pasar cerca de
numerosas instituciones de la salud como los hospitales Ernesto Guevara de la
Serna y el pediátrico Mártires de Las Tunas.
Mientras el tren va de un
lado a otro, varios niños escuchan su pito y en la intimidad del hogar o en las
aulas de sus escuelas sueñan e imaginan uno de esos equipos de gran tamaño y un
sinfín de coches que vuelan alegres sobre los rieles.
Pero, el tunero es
pequeño. En él apenas caben 90 personas
sentadas y de pie, lo que es suficiente para quienes recorren parte o la
totalidad de su trayecto, en 11 viajes en cada jornada.
El trencito, como le decimos
los tuneros, adorna esta ciudad desde hace 21 años y en ese período ha tenido
roturas y le han faltado piezas; sin embargo, se impone el talento de los
mecánicos y conductores para volverlo a poner en funcionamiento.
Durante todo ese tiempo ha
transportado a unos cinco millones de pasajeros por lo que su utilidad está más
que demostrada, a la vez que guarda una profunda relación sentimental con los
que aquí habitamos pues es el único de su tipo que aún funciona en una
provincia cubana.
En Camagüey, Guantánamo y
Holguín, sus trenes urbanos son arrastrados por locomotoras; pero, el nuestro
es automotor, más parecido a los carahatas.
Así de sencillo se pasea por
la ciudad de Las Tunas, cargado de pueblo y sirviendo a un numeroso grupo de
personas que lo prefieren porque en los trenes también corre la magia del
chirrido de las ruedas sobre los rieles.
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