Foto: Yaimí Ravelo Rojas
Guanare, Portuguesa (Venezuela).- En Guanare, la capital estadal
de Portuguesa, sentí la
risa de una muchacha joven, una vieja conocida que caminó desde niña por los
pasillos de la emisora Radio Victoria, de
la provincia de Las Tunas,
tras su madre, Reina Ramona Rodríguez Reyna.
Sabía que en esa ciudad se crecía en
la inmensidad del internacionalismo y la localicé desde Caracas porque en tierras
lejanas todos somos hermanos, más si se comparte la nostalgia por el sitio que
nos vio nacer y por espacios comunes.
Conversamos largo rato, sentadas en
un cómodo sofá, y luego de hablar sobre la familia, el lento paso del tiempo y
las añoranzas, me contó de su responsabilidad como distribuidora de
medicamentos en un almacén desde que llegó al territorio bolivariano, en el mes
de marzo.
“Gracias a mi trabajo de cada día
evito que falten los medicamentos esenciales para el buen desenvolvimiento de los
consultorios médicos populares, los centros de diagnóstico integral y las salas
de rehabilitación. Y, por supuesto,
contribuyo a que esos productos lleguen con calidad, en el tiempo requerido”.
Ella es una muchacha joven y alegre,
hija y nieta de personas humildes; pero, a la vez responsable y entregada a la
causa de la solidaridad y comprometida con muchas personas a las que ni
siquiera conoce.
“Claro que estoy dispuesta a cumplir
con todas las tareas que me han sido asignadas.
El hecho de estar aquí es un compromiso muy grande y pienso cumplirlo hasta
el final. Cumplo mis horarios de trabajo con disciplina y estoy dispuesta a
enfrentar todo lo que haya que enfrentar”.
Cada día, al despertar y al
anochecer, sus pensamientos vuelan lejos y ve su hogar, siente el cariño de su
gente y la nostalgia la invade. Pero, la
disminuye de una manera especial.
“Centrándome en mi trabajo. Con mucha atención a mis actividades
cotidianas evito la nostalgia, aunque se siente y se extraña mucho. También me ayuda vivir con una tunera, Ada
Luz Peña Ortiz. Es muy buena amiga, nos
cocinamos juntas, trabajamos juntas y salimos juntas”.
En todas las jornadas, la tunera Daimara Quintana Rodríguez se siente útil y orgullosa de la
profesión de farmacéutica, la que le permitió crecerse como mujer cubana en una
tierra extraña; pero, hermanada con la nuestra en la voluntad de hacer el bien
a todas las personas por igual.
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