Al inicio de
casi todas las tardes de este mes de julio el sol castiga sin piedad a la
provincia de Las Tunas y con el paso de las horas el cielo, extremadamente
azul, se llena de nubes grises o negras que presagian una tormenta de grandes
dimensiones.
Sin embargo, en
la mayoría de las oportunidades se quedan en eso, en un intento de la
naturaleza por hacer caer la lluvia sobre estas sedientas tierras, en la
esperanza de los meteorólogos y los campesinos, en los ruegos de la gente
sencilla que casi siempre tiene sus recipientes vacíos…
Pero, una
decepción tras otra. Las nubes de desvanecen, las precipitaciones se alejan y los
embalses siguen casi secos. Incluso, a esta altura del período lluvioso, solo
tienen un 26 por ciento de su capacidad total de llenado, lo que resulta
insuficiente para estos tiempos y muy peligroso pues solo restan los meses de
septiembre y octubre con algunas posibilidades.
La situación es
difícil, no hay dudas. En la ganadería se sienten los efectos de la sequía y
más en la agricultura. Aunque, para ser
justos, es exactamente en esas actividades en las que se demuestra la
perseverancia y el atrevimiento de los productores de alimentos.
Se les ve
empapados de sudor, con el sol que «raja piedras», como dice una vieja
sentencia popular; pero, con una yunta de bueyes y un tanque de agua,
repartiendo un poquito a cada planta para que crezca vigorosa y dé buenos
frutos.
Pasa con los
cultivos varios, el tabaco, los futuros árboles, la caña, y hasta con los
pastos y forrajes que luego alimentarán a vacas, cerdos, carneros y aves.
Aunque esta
ciudad posee una mejor situación, gracias a las presas El Rincón y Cayojo con cobertura
de agua, la sequía se hace sentir también en las cabeceras de los restantes
municipios tuneros.
¿Y qué decir de 524 comunidades que reciben el agua
mediante pipas? Es un gasto extraordinario de combustibles y otros recursos;
pero, bien vale la pena para garantizar el líquido a unas 133 mil 475 personas.
En la
provincia, las precipitaciones no han sido lo que se desea, ni lo que se
necesita, por lo que se pronostica una etapa muy difícil para la economía en
sentido general y de manera especial para la agricultura, ganadería y la zafra
azucarera.
Esperamos las
lluvias como un milagro de la naturaleza y mientras llegan, el ahorro se
impone, a veces por convicción y otras por obligación.
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