Hace pocos días, el
Consejo de Estado de la República de Cuba convocó a elecciones
generales para elegir a los delegados a las asambleas municipales, y a los
delegados a las asambleas provinciales y diputados a la Asamblea Nacional del
Poder Popular.
Conforme a lo establecido en la Constitución de la
República y en la Ley No. 72 del 29 de octubre de 1992, «Ley Electoral», se
inicia así un proceso importantísimo para el futuro de la Patria, con un punto
intermedio el 22 de octubre de 2017, en primera vuelta, y el 29 de octubre, en
segunda vuelta, en aquellas circunscripciones en las que ninguno de los
candidatos obenga más del cincuenta por ciento de los votos válidos emitidos.
Serán varios meses de diversos
preparativos y es oportuno que en cada barrio o circunscripción comencemos a
mirarnos para saber a quién vamos a proponer y fundamentar adecuadamente
nuestros planteamientos.
La
trascendencia política del proceso crece por la propia actualidad del país,
inmerso en un perfeccionamiento de las
estructuras gubernamentales y de modificación del modelo económico, dirigido a
fortalecer el Socialismo en nuestro país, tal como se aprobó en el Séptimo
Congreso del Partido Comunista de Cuba.
También es la primera vez en la que faltará la
presencia física del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Por años lo vimos depositando su boleta en la
urna y cuando los almanaques pesaban en su anatomía, su hermano Raúl se
encargaba de entregar su voto y de hablar con la prensa sobre diferentes temas.
Por Fidel el
pueblo debe estar unido, consciente de que cada uno de nosotros tiene en sus
hombros el futuro de la nación. Y es por eso
que la activa participación popular en todas las acciones hace aún más
democráticas las elecciones, en las que las propuestas de candidatos nacen del pueblo,
en reuniones de nominación, en todas las circunscripciones del país.
En este país, pequeño y vecino del gran imperio,
los comicios son una enseñanza, una clase magistral de democracia y
participación ciudadana en la que el pueblo es el único protagonista porque
propone y elige a sus candidatos, hombres y mujeres sencillos, sin ambiciones y
con compromisos.
Por tanto, se precisa de la respuesta afirmativa
de la mayoría, para que acudamos a las urnas con la certeza de que al ejercer
el derecho al voto, estamos poniendo un pequeño granito de arena a la gran obra
que construimos todos, poco a poco, desde 1959, y que será indetenible en la
marcha de la historia.
Otra vez la Patria está orgullosa de
sus hijos, que damos pasos agigantados hacia el futuro, con la seguridad
puesta en el porvenir.
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