¿Quién soy?

Mi foto
Licenciada en Periodismo por la Universidad de Oriente en Santiago de Cuba, en el año 1994, y Máster en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de La Habana, en el año 2009. Esta es una página personal, dedicada a mi querida ciudad de Las Tunas, en Cuba, y con las puertas abiertas a otros sitios de la provincia, que lleva igual nombre. Espero que sigamos compartiendo imágenes, historias, anécdotas y proyectos de la tierra que nos vio nacer o que nos acogió como hijos propios. Ah, ahí les dejo varias fotografías de los 8 municipios tuneros.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Una jobabense que tiene a Barinas en el corazón



Foto: Yaimí Ravelo Rojas


Migdalia en el Centro de Diagnóstico Integral Doctor Julio García Álvarez, de la Parroquia El Carmen, en Barinas, Venezuela.
Barinas (Venezuela).-  “Yo también soy de Las Tunas”. Oí esa frase lejos, muy lejos de Las Tunas, a miles de kilómetros de distancia, en la inmensidad de la geografía venezolana, en un punto del estado de Barinas, cuna del gran e inmortal Hugo Chávez Frías.
Escuché esa voz con los oídos y la interpreté con el corazón de la hermandad y la cercanía.
Me voltee y alcancé a ver un rostro risueño, de ojos verdes que demostraban la alegría y complicidad que nace cuando se está fuera de casa y se encuentra a alguien de la misma tierra.
Y desde ese instante, ya Migdalia Mesa Peña me resultó familiar.
Conversamos sobre su misión internacionalista en Venezuela, como enfermera, y luego en funciones al frente del Centro de Diagnóstico Integral Doctor Julio García Álvarez, de la Parroquia El Carmen, en la capital barinense.
Supe de sus 25 años de experiencia, del trabajo que realiza en el consultorio médico de El Níspero, en el municipio de Jobabo y de cómo multiplica sus esfuerzos en el territorio venezolano para transformar las condiciones de vida de los más humildes de esta gran nación.
Me contó sus experiencias y narró muchas anécdotas que me llevaron a sus intensas emociones por más de dos años separada de sus seres queridos y por sus palabras supe cuán difíciles resultaron los días siguientes de las elecciones del 14 de abril de 2013, en una zona altamente opositora y, a pesar de ello, con gran demanda de los servicios que prestan los profesionales cubanos de la salud.
Poco a poco hizo historias, hilvanó recuerdos e imaginó el reencuentro con sus coterráneos y su retorno al habitual puesto de trabajo.  Ante una pregunta casi obligada, su respuesta no se hizo esperar: “Volvería a Barinas.  Lo haría pues en esta primera misión internacionalista me acogieron con mucho cariño y cuando esté de regreso en Cuba llevaré a Barinas en el corazón”.

sábado, 31 de agosto de 2013

Lo bello y atractivo de los páramos merideños



Fotos: Yaimí Ravelo Rojas
Mérida (Venezuela).-  A este país sudamericano la naturaleza le regaló preciosos parajes, con grandes ríos, desiertos, valles, montañas, volcanes, llanuras y playas que hacen las delicias de quienes los pueden ver con sus ojos y de los que reciben esas imágenes a través de la televisión o la fotografía. 


En la Cordillera de los Andes está uno de esos sitios, atractivo, emocionante y admirado por todo el que llega; incluso, recordado por el que se va.
Los páramos merideños son una tentación para toda persona que se precie de excursionista, viajera, exploradora o, sencillamente curiosa.  Llegar hasta ellos es muy difícil desde casi todos los rincones de esta maravillosa nación porque son una gran extensión de elevaciones, surcadas por empinadas y sinuosas carreteras.
Sin embargo, muchos viajan hasta esos sitios, ubicados entre los estados de Táchira y Mérida y entre Mérida y Trujillo.  Y especialmente visitan el Pico del Águila o Collado del Cóndor, el punto carretero más alto del país, con cuatro mil 118 metros sobre el nivel del mar y muy bajas temperaturas.
Hasta aquí llegué en una jornada alegre por los descubrimientos, y decidida a permanecer sin abrigo a cinco grados Celsius aunque el frío cortara mi epidermis y lastimara mi sensibilidad.  Mientras disfrutaba esa sensación nunca antes vivida, observaba detenidamente cada detalle de las oscuras montañas, huérfanas de vegetación y azotadas por la brisa del lugar.
Casi tocando el cielo se levanta un monumento erigido el 19 de diciembre de 1927, en honor al Libertador Simón Bolívar, como recuerdo a la gesta emancipadora de los patriotas venezolanos de 1813, durante su paso por los agrestes Andes.
En lo más alto bate sus alas un gran cóndor, y en sus alrededores se fotografían los paseantes para eternizar las emociones del viaje, con la piel erizada y las manos temblorosas por el frío y con los ojos llenos de un paisaje inigualable, muy difícil de apreciar en otra parte del mundo.
Vendedores de alimentos, bufandas, guantes y gorros marcan la diferencia entre los viajeros y los residentes en las comunidades cercanas, a la vez que un grupo de niños ríe, canta y juega entre las heridas de la montaña para romper el silencio y hacer más bellos los páramos merideños.

martes, 4 de junio de 2013

Mis emociones al visitar el Cuartel de la Montaña



Para los cubanos todos, y especialmente para mí, acercarme al legendario Cuartel de la Montaña fue un anhelo profundo, que parecía imposible, y a la vez una necesidad espiritual muy grande, pensando siempre en honrar al hombre fiel a su pueblo, al amigo de los pobres, al hermano de Fidel Castro, Simón Bolívar y José Martí.
Cuando la vida me dio la oportunidad fui presurosa, por mí, por mis hijos y demás familiares, por los hombres y las mujeres que desde Cuba también desean venir y fui, especialmente, a llorar mi dolor, un dolor inmenso que desbordó los corazones de muchos aquel fatídico CINCO de marzo.
Llegué al barrio 23 de enero, en un cerro de Caracas, aprecié la belleza de la instalación militar convertida en monumento histórico y admiré el cañón que cada día dispara una salva para recordar que a las 4 y 25 de la tarde se apagó la vida física de uno de los hombres más inmortales.
Miré, desde allá arriba, el Palacio de Miraflores y una buena parte de la capital venezolana, y solemnemente, con el corazón latiendo fuerte, me dispuse a entrar al Cuartel de la Montaña.
Fue un momento conmovedor, no solo por la voz de Hugo Chávez entonando llaneras y joropos, sino por la alegría de su sonrisa eterna, el amor al pueblo venezolano, las imágenes con Fidel y Raúl, su rostro empapado por la lluvia en la campaña electoral… por su aliento incontenible a luchar por la unidad latinoamericana y caribeña.
Emociona ver y tocar la Flor de los Cuatro Elementos, un mausoleo que guarda, como un preciado tesoro, los restos mortales de un hombre que ya es pueblo; que es pasado y presente; pero, que también es futuro porque enseñó a pensar, orientó acciones, ideó proyectos…
Y emociona también saberlo honrado con una guardia de honor perfecta y respetuosa y con fieles palabras que nacen del alma de guías y militares que lo acompañaron en vida y lo escoltan ahora tras la muerte.
Luego de homenajear al Comandante eterno, en su sepulcro, siento un enorme orgullo y confirmo que su obra continuará en los protagonistas del mañana y en el amanecer que alumbra a Venezuela desde hace 14 años.