Cada día
que pasa, desde el amanecer, constituye un nuevo reto para los trabajadores de
la campaña contra el mosquito Aedes aegypti, el
archiconocido insecto que no nos da tregua pues persiste en mantenerse,
condicionado casi siempre por nuestras propias acciones.
En los
ocho municipios de la provincia
de Las Tunas, a 690 kilómetros al este de La Habana, hoy inspeccionan
viviendas y centros educacionales y laborales, hacen tratamiento adulticida y larvario,
revisan en los lugares más insospechados… pero, el mosquito sigue ahí, a veces
latente y siempre amenazante con varias enfermedades, entre ellas la fiebre
amarilla, encefalitis y el dengue.
Es como si
esos pequeños animales quisieran cobrarnos tanta desidia acumulada por años,
cuando ni los responsables de la tarea ni la población cumplimos a cabalidad
nuestras obligaciones.
Afortunadamente
en el territorio tunero la situación ha dado un cambio, al menos en la voluntad
colectiva, para dar una contundente paliza al vector; y pude comprobarlo hace
pocos días durante mi traslado a la
ciudad de Puerto Padre.
A poca
distancia del poblado de Vázquez,
un agente de la Policía
Nacional Revolucionaria da el alto a todos los vehículos que transitan por
esa carretera y el operario de la campaña contra el mosquito fumiga
cuidadosamente cada medio de transporte, el cual debe permanecer detenido y
cerrado por un tiempo prudencial para que esa acción sea efectiva.
Allí,
durante la espera, supe que labores similares se realizan en otros municipios
de la provincia y del país porque el malvado insecto se escamotea en cualquier
parte y burla las leyes de la naturaleza que indican que con sus alas solo
puede trasladarse a un centenar de metros.
Al
regresar, pasadas las 6 pm, aún fumigaban en la entrada de Vázquez
y entre quienes esperaban no escuché criterios negativos, al contrario, los
presentes coincidían en que esa es una buena opción y que si todos pusiéramos
un poquito más de empeño, ya habríamos acabado con el peligro que implica el
Aedes aegypti.
La
voluntad existe y la necesidad también.
Están los especialistas y los recursos materiales. Solo falta aunar todos esos factores y
convertirlos en un arma fuerte para dar jaque mate al insecto y ganar la
partida.
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