En el punto en el que se unen las calles Ignacio
Agramonte y Lucas Ortiz, le nace a esta ciudad de Las Tunas un parque bonito,
que se caracteriza por su sencillez, tanto en los bancos como en los restantes
elementos que lo conforman.
Es la plaza Calé, un sitio tranquilo en el que se
sientan los ancianos a conversar y a leer la prensa y al que los niños van los
fines de semana a correr y a jugar para gastar las energías que se les acumulan
durante los días de escuela, además de acoger a quienes esperan los ómnibus con
rumbo al suroeste.
La construyeron en 1964, en un momento de auge en el
desarrollo de los servicios
comunales en el regional Tunas-Puerto Padre, que también se concretó en la reconstrucción
total del Parque Vicente García y el mejoramiento de la limpieza de calles.
Con ella se rinde homenaje a un mártir de la
localidad, Calixto Sarduy Arcia, a quien familiares y amigos siempre llamaron
Calé. Por eso la queremos los tuneros y
también porque forma parte del pasado reciente de esta ciudad.
En sus alrededores, el
primero de julio de 1966, Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí, y Pepe Ramírez tuvieron
el honor de inaugurar oficialmente la primera Jornada Cucalambeana y es en ese
lugar en el que se inicia la selección de
la Flor de Birama.
También ahí se concentraron los tuneros para recibir
la réplica de la Virgen de la Caridad del Cobre, en su recorrido reciente por
todo el país.
Y, algunos sábados, en las mañanas, se desarrolla el
proyecto de animación sociocultural Renacer de la Plaza Calé, organizado por la Asociación
Cubana de Artesanos Artistas para conservar las tradiciones de las artes
manuales en el territorio.
Son estas razones suficientes para admirar y cuidar a
la Plaza Calé, un rinconcito en medio de la ciudad, rodeado por la funeraria, el
Centro Meteorológico provincial, la escuela especial Jorge Aleaga, farmacia La
Equitativa y la tienda El Fénix; un pedazo de Las Tunas, cargado de historia y
recuerdos.
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