En octubre
de 1963 Cuba dejaba atrás
viejos rezagos capitalistas y mantenía victoriosa el camino del socialismo,
emprendido hacía poco tiempo, el primer día del año 1959. Poco a poco cambiaba la vida para el pueblo,
especialmente para los más desposeídos, víctimas de muchos años de
explotación.
En la
antigua provincia de Oriente también era así.
Pero, la miseria y la muerte llegaron en forma de una lluvia
ininterrumpida que todavía hoy, a 49 años, deja profundas secuelas en algunas
personas, por la pérdida de sus propiedades o de algunos familiares y amigos.
Se trata
del paso del ciclón
Flora, que afectó al territorio entre los días 4 y 8, y que aún asusta a
los jóvenes que afortunadamente no vivimos esos sucesos; sin embargo, pudimos
apreciar la magnitud del fenómeno gracias al documental Ciclón, del reconocido cineasta Santiago Álvarez.
Entre los
residentes en el territorio que ocupa la actual provincia de Las Tunas brotan
por estos días los recuerdos.
Elio Jiménez
Olazábal: “En la comunidad de Dormitorio yo vi la fuerza de las aguas, que
empujaron los raíles de la línea del ferrocarril y los metieron un kilómetro
más allá. Lo que hizo daño aquí fue el
agua, no el viento. Fue tanta que le
pasó por arriba a las casas. En Guamo
las crecientes se llevaron a todas las familias. Aparecieron personas enganchadas en los árboles,
en los palos de las cercas, donde quiera aparecía gente muerta. En la zona de Manatí, donde
yo pasé el ciclón, se ahogaron muchos animales.
La vieja mía tenía muchos guanajos y no le quedó ni uno. El agua acabó con los guanajos, las gallinas,
los patos…”
Armando
Villanueva Almeida: “Yo vivía en La Habana en aquella época
y a través de las noticias supimos que había entrado por la costa sur de
Oriente y que encerró entre las lomas a las familias que vivían allí y el agua
empezó a subir. Como trabajaba en los
ómnibus, conocí posteriormente las zonas de Niquero y Pilón y muchas personas me
enseñaban unas naves de ocho o nueve metros de altura que, en el año 1972 todavía
tenían hierbas y barro pegados en la parte de arriba como prueba de hasta dónde
subieron las aguas. Aquello fue una
tragedia grande a principios de la Revolución, cuando no existía la preparación
que tenemos hoy en día. Fue muy
lamentable. El pueblo de Cuba lo sufrió y se solidarizó con aquella tragedia”.
Pedro Díaz
Suárez: “Yo era chiquitico y vivía en la ciudad. Creo que aquí se sintió menos. Mi casa era de tejas y me acuerdo que fueron
unos cuantos días con el tin tin de la lluvia en el techo, y eso nos molestaba
a mí y mis hermanos. Recuerdo que mamá
siempre nos decía que otros estaban peor que nosotros, que teníamos que estar
tranquilitos. Fueron unos cuantos días
sin sol y sin salir a la calle a nada. Y
es verdad, mire usted cuánta gente se murió por tanta agua, que hizo que se
unieran los ríos y el mar”.
A 49 años del paso del ciclón Flora,
el joven meteorólogo tunero Alexey
Moreno Borges recuerda que “el fenómeno atmosférico tuvo vientos de hasta 220
kilómetros por hora en Punta Tiburón, Haití. En cambio, al territorio nacional lo afectó
por fuertes lluvias y por las volteretas que dio, hasta dejar un lazo en los
mapas que recuerdan esos sucesos. Las
lluvias fueron tan torrenciales que llegaron a hacer acumulados muy
significativos en gran parte de toda la región oriental de nuestro país”.
Los efectos del fenómeno atmosférico
fueron muchos. Se perdieron viviendas,
escuelas y otras instalaciones, las carreteras quedaron destruidas, hubo daños
a las industrias y los medios de transporte, la agricultura y la ganadería
recibieron un golpe brutal…
Pero, lo más significativo y lo más
triste fue la muerte de casi dos mil personas que quedaron atrapadas por las
aguas y sus fuertes corrientes. El dolor de los sobrevivientes y familiares fue
compartido con todo el pueblo y especialmente por nuestro gobierno, que
encabezado por Fidel
Castro Ruz condujo aceleradamente el salvamento de los seres humanos y las
labores de higienización y recuperación.
A pesar de
sus difíciles consecuencias, el ciclón ya es historia; pero, sobre todo, es
escuela. Otra vez el líder cubano demostró que la
desgracia de unos es de todos y se adoptaron medidas para siempre preservar las
vidas.
Desde
entonces se construyeron presas en las zonas más bajas para evitar inundaciones
y garantizar el agua a las ciudades, nacieron comunidades y, de manera general,
la parte oriental de Cuba retoñó
de entre las aguas del Flora.
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