El bloqueo de Estados
Unidos contra Cuba es una burla mezquina, un abuso de poder de un grande contra
un pequeño y es también una injusticia tremenda porque ningún país, aunque sea
el más poderoso del mundo, tiene derecho a privar a otros de medicinas,
alimentos, maquinaria, tecnología y otros recursos.
El 3 de febrero
de 1962 se formalizó lo que ya daba sus primeros pasos- desde el Triunfo de la
Revolución- cuando el presidente John Kennedy rubricó la Orden Ejecutiva Presidencial
3447, que impuso el bloqueo económico, financiero y comercial, no solo al
gobierno de La Habana sino a todo el pueblo.
Han pasado 55 años y las autoridades
del norteño país aún persisten en su criminal idea de que este pueblo valiente,
firme y orgulloso se rinda por hambre y necesidades materiales.
Por vigésimo-cuarta ocasión, en octubre de 2016, Cuba
presentó ante la Asamblea General de las Naciones Unidas un proyecto de
resolución sobre la necesidad de poner fin al bloqueo estadounidense e,
increíblemente, Washington se abstuvo y lo mismo hizo su más fiel aliado,
Israel.
El expresidente Barack Obama, quien
concluyó su mandato el pasado 20 de enero, reconoció que la medida era un fracaso
como política. Pero, nada hizo por derogarla. Y ahora, nubes envenenadas se aprecian
en el horizonte actual con la retrógrada visión del mandatario Donald Trump.
Los perjuicios a la nación cubana son enormes pues se
calculan daños superiores a los 753 mil 668 millones de dólares y solo de abril
de 2015 a abril de 2016 ascendieron a cuatro mil 680 millones de dólares.
Limitaciones por esa política se han vivido muchas,
desde el Cabo de San Antonio hasta la Punta de Maisí, en los hogares, las
escuelas, los centros de atención a personas con discapacidad, hospitales, las instituciones
científicas y en varios servicios de alimentación, transporte, reparación, y
otros.
Los ejemplos saltan a la vista cada
día y el dolor se multiplica por lo irracional de ese cruel e injusto asedio,
frente al que los cubanos levantamos la frente y rompemos murallas.
Los amigos de todo el mundo valoran la
grandeza de Cuba y su gente. Por eso,
miles de voces se suman al reclamo porque termine el bloqueo, con su maldad y
artimañas, y aplauden la decisión irreversible de responder a esa medida con
dignidad.
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