El líder de la
Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, nació en el seno de una familia acomodada,
con tierras en propiedad, animales, automóvil, una vivienda confortable y lo
necesario para vivir holgadamente.
Pero, dichas
condiciones materiales no carcomieron la solidaridad de ese ser especial que
compartió sus juguetes y sus alimentos con los hijos de los emigrados haitianos
que trabajaban para su padre, en el Birán de esos lejanos años.
Era serio,
según cuentan. Pero, desde pequeño analizaba las diferencias entre ricos y pobres
y las injusticias, por lo que soñaba con la igualdad entre todos.
Tal vez por esa
época ya concebía una de las frases del magistral concepto de Revolución que expresó
el 1ro de mayo del año 2000. Ese día
dijo que Revolución es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos.
Y eso fue lo que hizo durante toda
su vida. Pudo ser diferente; pero, actuó
como un hombre de pueblo, que se codeó con la gente de tú a tú, que luchó por
dignificar a los más humildes y que logró sus propósitos a partir de la
implementación de muchas medidas desde el enero victorioso de 1959.
Así ocurrió el 24 de diciembre de
ese año. Para sorpresa de los cubanos y
de muchas personas, más allá de nuestras fronteras, Fidel decidió compartir la cena de Nochebuena junto a varias
familias que vivían en la localidad de Soplillar, en la Ciénaga de Zapata.
Llegó a uno
de los lugares más intrincados de la geografía de Cuba, con la sencillez que
siempre lo caracterizó y compartió risas y alimentos con los carboneros,
hombres curtidos por el humo y los mosquitos, a quienes valoró como especiales
seres humanos.
Pero, esa
no fue la única vez pues a lo largo de cinco décadas estuvo al lado del pueblo,
de la gente noble por la que luchó en el Moncada y en la Sierra Maestra;
compartió con los estudiantes en sus escuelas, con los médicos en los
hospitales, con los obreros en las fábricas y con los niños, las mujeres, los
trabajadores y los religiosos.
En el oriente
del país casi pierde la vida, salvando la de otros, durante las inclemencias
del terrible ciclón Flora. Y a bordo de un tanque se le vio en las arenas de
Playa Girón, donde Estados Unidos se llevó una tremenda derrota.
En la
provincia de Las Tunas, cada vez que la visitó, trató a todos como seres
humanos. Lo hizo en varios asentamientos rurales mientras cortaba caña, en las
industrias azucareras, en el Cerro de Caisimú, en la escuela formadora de
maestros…
Esa fue su
vida, una defensa perenne por los derechos de los demás y la igualdad entre
todos. Así lo vimos siempre y así queda
para la eternidad.
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