Hasta el 30 de mayo, se desarrolla
en la provincia de Las Tunas el
cuarto y último proceso de rendición de cuenta del delegado a sus electores en
el XVI periodo de mandato de las Asambleas Municipales del Poder Popular.
A esta altura del calendario, ya
muchos de los habitantes de los ocho municipios han participado en su reunión pues
son tres mil 290 las planificadas.
Unos vecinos, la mayoría, regresan a
sus casas satisfechos y orgullosos de la posibilidad que se les da de opinar a
favor o en contra sobre cualquier asunto de interés personal o comunitario.
Otros no, porque quizás todavía no comprenden el verdadero valor de estos
encuentros vecinales y cabría preguntarnos, de manera colectiva, qué son, qué
aportan y cuánta utilidad hay en ellos.
Existen desde hace varias décadas y
son espacios de reflexión, análisis y búsqueda de soluciones y es el pueblo el
verdadero protagonista porque propone, sugiere y pregunta sobre los principales
aspectos que le afectan.
Incluso, son un punto común entre
todos los vecinos, más allá de los despachos que los delegados ofrecen un día
de la semana, o de esos encuentros casuales en los que los electores les piden
ayuda o consejos para salir adelante ante diferentes situaciones cotidianas.
Todavía todo no es perfecto en dichas
reuniones. En ocasiones, esos encuentros
se vuelven tediosos o dejan un sabor amargo en el pueblo porque sus
representantes en los Órganos Locales del Poder Popular no se preparan
bien.
Sin embargo, la mayoría de ellos
siente, palpita y sueña por su gente.
Tratan de explicar la situación actual de la provincia, el municipio o
la circunscripción, escuchan las inquietudes, enfrentan los problemas, buscan
las soluciones que están al alcance de sus propias manos y, lo más importante,
se estrechan las relaciones personales.
En ese momento, el delegado puede
perfeccionar la labor que realiza habitualmente con el grupo comunitario, al
informar a los electores sobre su gestión.
Los encuentros son una forma más de
participación ciudadana, en los que el pueblo gobierna y exige. Por eso, se requiere su participación activa
y consciente para aportar, enriquecer los temas que se debaten y pensar cómo
hacer mejor las cosas.
Con esa oportunidad de la democracia
cubana avanzaremos juntos hacia la sociedad que queremos todos y que hacemos
día a día, desde todas las trincheras.
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