Desde hace
varias jornadas llueve sobre las desfallecidas tierras de la provincia de Las Tunas; unos días
más que otros y en unos lugares más que en otros. Pero, las precipitaciones hicieron su
presentación y eso constituye un alivio para la tensa situación que se vive en
varios e importantes sectores.
La agricultura
cañera y la producción industrial en la zafra
2016-2017 son víctimas de la sequía en Unidades Básicas de Producción Cooperativa
y en Cooperativas de Producción Agropecuaria pues en sus fuentes de abasto no
disponen del agua necesaria para garantizar el riego, especialmente en las
plantaciones jóvenes.
Incluso, se han
dejado de producir más de mil 721 hectolitros de alcohol en la destilería del municipio de Amancio por falta del
líquido, aunque ya se prevé la solución cuando se concrete una inversión desde
la Derivadora Sevilla.
La acuicultura es
otra de las actividades que sufre hoy serias afectaciones por la carencia de
agua en los embalses pues se encuentran dañadas 11,5 hectáreas de las 33
dedicadas a la producción de alevines, con unos cuatro millones de unidades
menos y seria afectación para el año 2018.
También existen
perjuicios en la ceba de clarias y la captura acuícola por la disminución de
los niveles de agua de las presas, lo que trae consigo que no se incorporen
nutrientes y se deprima su productividad natural.
En la
agricultura, los daños son más severos.
Se reportan mil 084 fuentes agotadas, entre pozos, tranques y lagunas, y
32 unidades de la agricultura urbana registran
limitaciones de riego en 27,2 hectáreas.
Además, unas cuatro mil vacas han salido del ordeño por bajos
rendimientos para salvar las crías y por ello se dejan de extraer 52 mil 900
litros de leche.
En los cultivos varios se muestran lastimados los ocho municipios tuneros,
con más de mil 200 hectáreas dejadas de sembrar, 160 perdidas, 16 mil 522 afectadas
en sus rendimientos agrícolas y 6 mil 632
toneladas dejadas de producir.
La peor situación está en Jesús
Menéndez, el mayor productor de viandas y granos de la provincia. Allá
hace más de un año no se riega, por la situación crítica de la presa Juan Sáez.
Ante esas realizadas surgen esperanzas y voluntades en los lugares que disponen
de alguna fuente de abasto y nacen ahí polos productivos para potenciar el
cultivo y la cosecha de viandas, fundamentalmente. Ya suman 30, en todo el territorio, y
sobresale el «Melanio Ortiz», de Jobabo,
con unas cuatro mil hectáreas.
Se evalúa el
empleo de embalses que no se usaban como Palmillas, en Majibacoa; La cana, en Puerto Padre, y Bracito, en Las Tunas, para la
agricultura, además de la presa Las Mercedes, en Colombia, para las
actividades acuícolas.
A unas cinco
mil cabezas de ganado llega el agua mediante pipas y se prioriza la producción
de semillas, la siembra de pastos y forrajes y el montaje de bombas
fotovoltaicas de panel solar, así como la construcción de bebederos y depósitos
de agua.
Ideas hay
muchas y también está el empeño de los productores estatales y del sector
privado para transformar la realidad que arrastra Las Tunas desde hace mucho
tiempo. Por suerte, ahora la lluvia llega y genera nuevos bríos en quienes
tienen la responsabilidad de producir alimentos para el pueblo.
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