Parece que fue
ayer; pero ya han transcurrido cinco años desde aquella tarde-noche nefasta en
la que los teléfonos de la provincia de Las Tunas multiplicaban una lamentable
noticia: «Murió Teófilo Stevenson, caramba, qué dolor».
Fue así para
los hijos de esta tierra, y de toda Cuba, una desgarradura profunda que ardía
en las entrañas con rabia e impotencia porque el hombre de ébano y dignidad, que
ganó 301 de los 321
combates celebrados a lo largo de 20 años en el ring, perdió el más importante
con la Parca que lo atacó de manera inesperada en su valioso corazón.
Era un hombre humilde, tan sencillo
y tan noble que no daba importancia a las luces, ni a los cantos de sirenas, y
menos al color verde de los billetes que le ofrecieron más de una vez y que no
pudieron comprar su cuerpo, ni sus ideas, porque siempre prefirió el aplauso
sincero de la gente y la voz amiga que lo llamaba desde cualquier esquina:
«Pirolo, campeón, compay»…
Nació acá, en las cercanías del
central Delicias, hoy Antonio Guiteras, en el municipio de Puerto Padre; y en
esta ciudad de Las Tunas tuvo su primer combate, en 1966, cuando solo era un
muchacho de 14 años.
No se llevó la gloria ese día; pero,
poco a poco se la fue adueñando, con arrojo y valentía, con un golpe tras otro,
con una fuerza insuperable en sus puños, que lo hicieron ganador de todos los
títulos de la Asociación Internacional de Boxeo Aficionado.
Sobresalen tres coronas olímpicas en
Munich 1972, Montreal 1976 y Moscú 1980;
e igual número en mundiales: La Habana 1974, Belgrado 1978 y Reno 1986.
Se despidió de la vida activa en
julio de 1988, durante el torneo internacional de boxeo Giraldo Córdova Cardín,
en su provincia natal. Ese día fue el
estreno de la Sala Polivalente Leonardo McKenzie Grant, llena no solo en sus
gradas, sino en los pasillos, porque todo el pueblo quería ver al gigante
invencible, al héroe con manos de hierro, al de la sonrisa franca y al hombre
que no le falló al Comandante en Jefe Fidel Castro.
Precisamente el líder de la
Revolución Cubana le dedicó una de sus Reflexiones, el 12 de junio de
2012. Fue un texto breve; pero, muestra
del aprecio que se tuvieron:
«Se nos ha ido Stevenson. Después de las cuatro de la
tarde de ayer llegó la noticia. Ningún otro boxeador amateur brilló tanto en la
historia de ese deporte. Podría haber obtenido dos títulos mundiales
adicionales, si no hubiese sido por deberes que los principios
internacionalistas impusieron a la Revolución. Ningún dinero del mundo habría
sobornado a Stevenson. ¡Gloria eterna a su memoria»!
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