¿Qué habría sido de los
recién llegados sin la mágica influencia de Miozotis y René? Ellos se multiplican en padres, amigos,
compañeros y, por supuesto, en inestimables asesores. Con ellos supe las primeras cosas de Caracas,
cómo llegar a algunos lugares, qué palabras usar, cómo funcionan los equipos
del apartamento, los horarios; en fin, lo elemental para vivir en este lugar,
tan diferente al entorno que tuve durante 40 años.
Mi cuerpo conserva las
huellas del sol y mis pies sienten el peso de los pasos, aunque ya viajé en
metro, buseta y camioneta porque- qué maravilla- conocí la puerta de Caracas,
en la ruta de los españoles que llegaban a esta ciudad, y el monumento que une
a Simón Bolívar y a José Martí en lo alto de un cerro caraqueño.
También caminé por el
centro histórico, vi la casa natal de El Libertador y me fotografié ante la
estatua que lo recuerda, la misma que visitó el Héroe Nacional de Cuba, sin
preguntar dónde se comía o se bebía y sin sacudirse el polvo del camino.
A escasas jornadas de mi
llegada a Venezuela, sé muy poco; pero, el futuro se me muestra abierto, en
espera de mi utilidad y mi virtud para cumplir con éxito mi misión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario