Hoy es un día
especial para las mujeres, las gordas y las delgadas, las blancas y las negras,
las que trajeron niños al mundo y las que no, las que estudiaron y se
convirtieron en excelentes profesionales y las que nunca han tenido un libro en
sus manos…
Y también es
diferente, para las niñas de hoy que, pasados los años, serán capaces de andar
por la vida, crecerse, superar obstáculos y actuar como madres, esposas,
trabajadoras y ciudadanas de cualquier territorio.
Esta es una
jornada para reflexionar, desde que el sol regaló sus primeros rayos, y así
será hasta que la luna se imponga sobre el cielo y domine la oscuridad de la
noche. Pero, no basta con pensar sobre
el tema ni vestir una prenda de color naranja.
El almanaque
marca otra vez el 25 de noviembre y el mundo clama por la no violencia contra
la mujer, un fenómeno que lastima la estructura anatómica de muchas y hiere
profundamente los sentimientos, la dignidad y el amor propio.
En un sinnúmero
de naciones, lamentablemente muchas, las féminas no valen nada. O tal vez, sí; lo que vale un camello, una
vaca, una pequeña huerta o una deuda antigua que los bolsillos familiares no
pudieron pagar.
En Cuba, existen todavía manifestaciones
sexistas; pero, por fortuna, cada vez son menos pues las mujeres nos integramos
física y espiritualmente a todas las actividades, ya sea en un aula o en una
industria, con iguales derechos y deberes.
No son simples palabras. En la Mayor de las Antillas, las féminas
podemos, y hacemos, cualquier cosa que nos propongamos, de modo que siempre
estamos listas, con un lugar bien ganado dentro de la sociedad.
Hoy es especial, Día
Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y los
orígenes de la celebración se remontan al 17 de diciembre de 1999, cuando la
Asamblea General de la Organización
de las Naciones Unidas así lo declaró.
La jornada se
estableció en homenaje a Patria,
Minerva y María Teresa Mirabal Reyes, tres activistas políticas asesinadas
por esbirros del dictador Rafael Leónidas Trujillo, en República Dominicana,
el 25 de noviembre de 1960.
Su ejemplo
inspiró a los dominicanos, a los latinoamericanos y al mundo entero, al punto
de ser un referente para todas las personas de bien que consideran que las
féminas somos fuente de vida y que en nuestras manos tenemos la posibilidad de
construir.
Por eso debemos
unir nuestras voces y gritar muy alto, que el maltrato no es amor, es la
cobardía de alguien que pretende ser superior porque tiene puños fuertes. Todas merecemos ser respetadas y vivir una
vida libre de violencia.
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