Sus manos se mueven inquietas, de un
lado a otro; no nerviosas, sí agradecidas. Parecen volar, tal como vuelan sus
recuerdos porque, a sus 72 años, Juan Ramos Guerra se mantiene lúcido y orgulloso
de sus canas, las que fueron saliendo poco a poco, luego de una vida entregada
por completo al trabajo y a su familia.
Nació en esta ciudad; pero, el
destino lo llevó a Macuto, en la zona de Vázquez, actual municipio de Puerto
Padre, y después se estableció en la comunidad de La Veguita, a escasos
kilómetros de aquí.
En tantas vueltas formó una familia
de cuatro hijos y varios nietos y a todos inculcó lo más preciado que lleva
como ser humano, la honestidad y el amor a la Revolución.
Gracias a su forma de ser, y a esa
dedicación al proyecto social del inolvidable Comandante en Jefe Fidel Castro
Ruz, educó a su prole con iguales principios. Los hizo responsables,
integrados, y trabajadores.
A ellos les contó más de una vez sus
anécdotas de niñez y juventud, para forjarles el carácter fuerte que hoy
tienen, y entre tantos temas también estaba el de los procesos eleccionarios de
antes y de después, como dice a la etapa posterior al triunfo de enero de 1959.
¿Qué
recuerdos conserva de esa época?
«La gente tenía que vender el voto a
los políticos y ellos los ponían a nombre de quien quisieran. Les daban dinero
y les ponían el nombre a las cédulas y se las llevaban y votaban por quien a
ellos les diera la gana. Había uno que
llevó a un hijo a la clínica Loreto y se lo viraron para atrás. Y otro hombre llevó
a su hija, no se la quisieron atender y tuvo que ir un dueño de colonia para
que la atendieran. Le mandaron una
medicina, y de regreso a la casa; pero, le cogieron el voto».
¿Qué
hacían los políticos?
«Tiraban una foto y la ponían. A
veces llegaban a los lugares y a veces no llegaban. Ellos hacían lo que
realmente les daba la gana».
¿Y
con el pueblo qué pasaba?
«No conocían a sus representantes. No sabían por
quién votaban»
¿Cómo es
ahora?
«Todo es muy distinto, figúrate. Es el pueblo el que nomina. Nos reunimos
todos y elegimos al más capaz, un compañero que sea revolucionario, que sea
dedicado a esta Revolución, todos esos principios son los que buscamos, que sea
honrado y de vergüenza. Eso es lo que le
importan al pueblo».
¿En la
actualidad cómo usted valora a los delegados del Poder Popular?
«Ellos luchan hasta lo último. Ustedes los ven en
reuniones, no se les paga un centavo, van para todos los lugares. Preocupación
que les presente el pueblo, ellos enseguida andan buscando resolver el problema
y van a ver a los directores de las Empresas».
¿Qué pasaría
si en Cuba se acaba el socialismo y viramos para atrás?
«Bueno, sería la derrota más grande que pudiera
tener este pueblo cubano, que creo que eso no lo vamos a aceptar. Moriremos; pero, no lo aceptamos. Para atrás
nunca»
Al apagar la grabadora, Juan quiso reafirmar sus
palabras con una frase que define su fe inquebrantable en la sociedad que lo
dignificó como ser humano.
«Después de la Revolución sí tenemos
elecciones».
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