Nina, Negrita y Niña son unas
pacientes sui géneris en un consultorio que poco a poco despierta las mañanas
de cada día en el reparto Aurora, de esta ciudad. Y lo digo literalmente porque
con la salida del sol se escuchan ruidos de diversos animales, especialmente
ladridos de perros, esas adorables mascotas que se han ido adueñando de
espacios físicos y sentimentales en las familias de Las Tunas.
El local es pequeño; pero, cómodo, y
genera satisfacción entre los visitantes porque todos buscan alivio o cura para
sus animales afectivos. Y vale mucho que los servicios veterinarios se acerquen
a las comunidades pues la clínica local está distante de los principales
núcleos poblacionales.
Este tiene mucha afluencia de público,
y por doquier se conoce como el consultorio de Pastor, un reconocido
profesional que desde hace diez años entrega su vida a perros, gatos, aves y
otras especies.
Y es que Pastor Felipe Mendoza
Escanell vive por y para esas criaturas, al punto de estudiar casi a diario
para solucionar diversos padecimientos y aliviar la falta de medicamentos y de
medios de diagnóstico como equipos de ultrasonido, o laboratorios clínicos.
«En esta profesión, la inventiva está
a la orden del día. Tenemos que hacer cosas increíbles para poder poner una
sonda esofágica o uretral a un gato o a un perro, lo que es muy
complicado. A veces casi tenemos que ser
adivinos ante la ausencia de pruebas. Empleamos también las plantas medicinales
y otras alternativas».
En ese camino está la mayoría de los
veterinarios que atienden a las mascotas en el territorio tunero, según refirió
Juan Ochoa Agramonte, jefe del Departamento de Salud Animal de la
Delegación provincial del Ministerio de la Agricultura, quien reconoce que no
siempre se dispone de las medicinas necesarias.
«Los medicamentos específicos de las
clínicas han tenido una disminución importante; pero, ante esa situación se
crecen los profesionales, en la búsqueda de alternativas. Tenemos compañeros muy valiosos y capaces,
que han hecho tratamientos con buenos resultados, como la cicatrización de
heridas con el empleo de azúcar parda».
Las mascotas llenan
de alegría a sus dueños, especialmente cuando se trata de niños, ancianos o
personas con alguna discapacidad, por lo que también constituyen prioridad en
cada hogar.
Así siente Miriam
Vega Díaz, una tunera enamorada de su perrita, a la que cuida con desvelo desde
hace diez años. «Yo la traje muy malita, con una infección bastante avanzada de
una enfermedad que se conoce como piómetra canina. Estaba muy depauperada, hasta con
deshidratación. El médico le puso suero, la operó finalmente y aunque estaba
muy enferma se salvó. Hoy le agradezco mucho al doctor».
Igual de contenta
se manifestó Graciela Rojas Machado, quien tiene muchos animales y frecuenta el
local de Pastor. «Tuve una experiencia muy reconfortante con una mascota que no
es mía. Era un perrito que había tenido un accidente y vi cómo el veterinario
no solo le salvó la vida, sino que le puso un pasador en la patica para que
volviera a caminar».
En todo el país
se reportan dificultades con la atención veterinaria a las mascotas y la
provincia de Las Tunas no se exceptúa de esa situación que bien pudiera
revertirse, teniendo en cuenta que cada día se incrementa el número de familias
que poseen animales afectivos, especialmente por su contribución a la
estabilidad emocional de sus propietarios.
En muchas ocasiones faltan recursos materiales de
primera necesidad para intervenciones quirúrgicas de urgencia o para las
ligaduras de trompas en perras y gatas fundamentalmente. Tampoco hay farmacia
veterinaria y se carece de una tienda en la que se vendan artículos para
mascotas, un reclamo de los dueños.
En cuanto a los medicamentos, si bien Labiofam produce
un amplio surtido, no son suficientes. Pero,
más allá de las carencias, crece la profesionalidad de los veterinarios, que
aplican novedosas alternativas para disminuir el dolor de los animales
afectivos.
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