¿Quién soy?

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Licenciada en Periodismo por la Universidad de Oriente en Santiago de Cuba, en el año 1994, y Máster en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de La Habana, en el año 2009. Esta es una página personal, dedicada a mi querida ciudad de Las Tunas, en Cuba, y con las puertas abiertas a otros sitios de la provincia, que lleva igual nombre. Espero que sigamos compartiendo imágenes, historias, anécdotas y proyectos de la tierra que nos vio nacer o que nos acogió como hijos propios. Ah, ahí les dejo varias fotografías de los 8 municipios tuneros.

lunes, 5 de diciembre de 2016

Lección y victoria en Alegría de Pío


En la Sierra Maestra.

Al combate de Alegría de Pío, el 5 de diciembre de 1956 le debe mucho la Patria aunque fue un hecho lamentable porque provocó la dispersión y la posterior muerte de una veintena de los 82 expedicionarios que, apenas 72 horas antes, habían llegado a Las Coloradas, a bordo del Yate Granma.
Ese día aciago, en medio del hambre, los mosquitos, el cansancio y los malestares del viaje, los combatientes fueron sorprendidos por las balas del Ejército y luego, perseguidos y acosados hasta la captura y el asesinato a mansalva de valiosos compañeros del naciente Ejército Rebelde.
En medio de la batalla, era evidente la desproporción en hombres y armamentos.  Las fuerzas flaqueaban; pero, de entre los guerrilleros salió fuerte la voz de Juan Almeida Bosque: «Aquí no se rinde nadie…», más una palabrota que reanimó al grupo en la decisión adoptada en México de no claudicar jamás.  
Cada cual se protegió como pudo, y se refugió en diferentes zonas.  Unos fueron víctimas de la carnicería desatada poco después y expuestos como muertos en la acción.  Otros se escabulleron y salieron de la Sierra Maestra hasta el Llano y una parte se quedó en las montañas, reagrupándose luego en torno a Fidel Castro Ruz, líder de la expedición.
Y esa, considero yo, es la mayor vigencia del combate de Alegría de Pío.  Los sobrevivientes buscaron a Fidel, confiaron en él y le dieron su voluntad de acompañarle en el empeño de liberar a la Patria o morir en el intento. Apenas eran 12 hombres y siete fusiles, una locura ante los más de 60 mil efectivos del enemigo. 
Pero, ahí estaba él, con su decisión inquebrantable y aquella frase que quedó para la historia: «Ahora sí ganamos la guerra». Nunca se equivocaba el líder de la Revolución Cubana.  Ganamos la guerra cuando el presidente Fulgencio Batista y sus secuaces huyeron como ratas en el amanecer más glorioso de Cuba.
El Ejército Rebelde ya había liberado varios poblados de la región oriental.  Camilo Cienfuegos y Ernesto Che Guevara estaban en el centro del país y, desde la clandestinidad, en las ciudades el pueblo apoyaba a los integrantes del Movimiento 26 de julio.
El bautismo de fuego de hace hoy 60 años daba sus frutos.  La sangre derramada ese día no fue en vano. El lomerío lloró el 5 de diciembre de 1956 y lloraron los cubanos al saber de la masacre; pero, del hecho nació una lección; de la lección nació una voluntad, y de la voluntad nació la victoria.

viernes, 2 de diciembre de 2016

Fidel Castro se quedó en Las Tunas



A las 11 de la mañana de este 2 de diciembre, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz regresó a Las Tunas y, por ende, al indómito Oriente, al escenario de tantas batallas y de tantas victorias en el Cuartel Moncada, Las Coloradas y la Sierra Maestra.  
Con su llegada se paralizaron los corazones de miles de tuneros, quienes desde tempranas horas de la jornada se concentraron a ambos lados de la Carretera Central para decir hasta luego al invicto guerrillero que cambió los destinos de Cuba y de América Latina.
En ese instante, las voces se unieron en un solo canto, Yo soy Fidel y, desde muy adentro, con lágrimas que pujaban por salir, nacieron compromisos individuales para honrar la memoria y el ejemplo del líder de la Revolución Cubana.
Fueron horas intensas, cargadas de mucha emoción porque el pueblo todo, niños, jóvenes y ancianos, colmó más de 65 kilómetros de esta geografía, desde El Yunque, en el municipio de Las Tunas, hasta Cañada Honda, en Majibacoa.
Se calculan más de 200 mil los tuneros presentes en el homenaje, en el que patentizaron el respaldo a las ideas que por seis décadas promulgó el invencible guerrillero, dirigidas a garantizar igualdad para todas las personas.
Participaron representaciones de Manatí, Puerto Padre, Jesús Menéndez, Jobabo, Colombia y Amancio, con el tributo y la gloria eterna al héroe, al invencible, al que ningún enemigo pudo derrotar, al que está aquí y en todo el país, al que nunca se irá de nuestro lado, al que, desde siempre, es luz y ejemplo.
En Las Tunas, todos somos Fidel. Gracias por enseñarnos a luchar siempre y a vencer con el ejemplo, el trabajo y las ideas.  Desde la inmortalidad seguirás ganando batallas porque tu inmortalidad se multiplicará en todas partes, más hoy, a 60 años de la llegada victoriosa del Yate Granma al oriente de Cuba. Hasta siempre, Comandante.

Las Tunas honra hoy a Fidel Castro



A la Patria entera le duele el alma, como si una espina punzara lo más hondo del corazón y la piel se eriza de emoción por la grandeza que cabe en las cinco letras del nombre de Fidel, el eterno revolucionario que este 2 de diciembre llegará a la provincia de Las Tunas convertido en historia.
Los hijos de esta tierra, Balcón del Oriente cubano, se aprestan a rendir postrer homenaje al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, durante el paso de la caravana que conduce sus cenizas hasta el cementerio Santa Ifigenia, de Santiago de Cuba, en el que será inhumado el próximo domingo.
Hoy, a todo lo largo de la Carretera Central, desde El Yunque, en el municipio de Las Tunas, hasta Cañada Honda, en Majibacoa, el pueblo expondrá su respeto, admiración y agradecimiento  al legendario asaltante del Cuartel Moncada, al expedicionario del Yate Granma, al guerrillero de la Sierra Maestra, al barbudo de la Caravana de la Libertad, al héroe de la Patria.
Varias veces visitó al territorio, y dejó huellas en la inauguración del Laminador 200-T, el complejo de la salud, la terminal de azúcar a granel de Puerto Carúpano y en otros lugares.  Acá compartió con la familia del boxeador Téofilo Stevenson, picó caña en Puerto Padre, recorrió las arenas de la playa Covarrubias y participó en dos actos nacionales por el 26 de julio.
El dolor de los tuneros es grande en este instante; pero, se revertirá en el cumplimiento de los planes económicos de diversas entidades y de las medidas adoptadas por las autoridades políticas y administrativas del país; además, del recuerdo eterno al líder invencible de la Revolución Cubana.

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias y Fidel Castro


Fidel y Raúl, en 1974, a bordo del Yate Granma.

Para las Fuerzas Armadas Revolucionarias, (FAR), este no es un aniversario más.  Incluso, puedo decir que la fecha no es de regocijo, ni de alegrías.  Son 60 años y el 2 de diciembre invitaba a una gran celebración, con un vistoso desfile militar incluido que se pospuso para el 2 de enero de 2017.
Es que el paso del tiempo nos arrebató al Comandante en Jefe Fidel Castro; la maldita parca nunca se detiene y decidió llevar su anatomía unas jornadas antes, el 25 de noviembre, por casualidad el mismo día en que surcó las aguas mexicanas el pequeño Yate Granma, rumbo a tierra cubana.
El desembarco de los 82 expedicionarios marcó el surgimiento de las FAR, inicialmente un destacamento guerrillero de pocos hombres; luego el Ejército Rebelde, que hizo temblar a la dictadura de Fulgencio Batista y, finalmente, el pueblo uniformado, vestido de verde olivo y garante de la soberanía de la nación.
Esta institución armada ha sido poderoso escudo para la defensa de la Patria, tanto en la preparación de la guerra de todo el pueblo como en el cumplimiento de las disposiciones que se han adoptado a lo largo de varias décadas, desde el glorioso amanecer del Primero de enero de 1959.
Fueron azarosos los días iniciales.  A las desventuras en el mar, que atrasaron la llegada de la embarcación, se sumó la orilla cenagosa, el hambre y la sed, el desconocimiento del terreno, el acoso de la aviación y aquel lamentable bautismo de fuego, en Alegría de Pío, que arrebató la vida a muchos combatientes e hizo dispersar a los demás.
Fidel, al frente de un puñado de hombres y, apenas sin armas ni municiones, puso en alto la moral combativa de todos y recordó que habían regresado a Cuba dispuestos a vencer o a morir en el intento de declarar libre y soberana a la Patria y de hacer iguales a los hombres y a las mujeres, a los negros y los blancos, a los de la ciudad y el campo…
Así fue siempre el Comandante de mil batallas y así son las Fuerzas Armadas Revolucionarias.  Sesenta años atrás hicieron historia en el oriente cubano.  Hoy llegan a esta región del país las cenizas gloriosas de quien supo crecerse ante las traiciones, el bloqueo estadounidense, la ruptura de relaciones diplomáticas y la invasión por Playa Girón.
Fue un hombre de firmes convicciones, que también enfrentó más de 600 intentos de asesinato, el derrumbe del campo socialista y muchas otras adversidades.  Pero, nunca claudicó y nunca claudicarán las FAR porque sus integrantes ahora tienen otro compromiso: el de honrar eternamente al invencible Fidel Castro Ruz.

martes, 29 de noviembre de 2016

Juro seguir tu ejemplo, querido Fidel


Sesión del VII Congreso del Partido Comunista de Cuba. Entre ellos, también vestida de azul, como el Comandante Fidel Castro, la autora de estas líneas.

A Fidel Castro Ruz lo conocí desde siempre, desde que aprendí a leer aquellas revistas Bohemia que llegaban a El Entronque de Manatí, la comunidad rural en la que di mis primeros pasos; y también supe de él por las historias que me hacían mis padres y mis abuelos paternos.
Luego lo descubrí poco a poco en la pantalla del televisor, en las clases de Historia de Cuba y en la gran obra de la Revolución Cubana que se multiplicaba por doquier, incluso en Las Tunas, un territorio que fue una Cenicienta, olvidada y despreciada por todos los gobiernos de turno y que logró convertirse en una tacita de oro, como aseguró él, el día 28 de noviembre de 1988, cuando inauguró el Laminador 200-T.
Aprendí a amarlo sin haberlo visto ni una vez y desde entonces juré seguir su ejemplo y continuar sus pasos, con modestia, desde mi desempeño como estudiante, trabajadora, mujer y madre.
Lo vi dos veces. En una oportunidad, de manera fugaz.  Luego lo tuve muy cerca y lo atrapé con mis ojos intensamente, largo rato, hasta llenarme de él y sentirlo dentro de mí, para toda la eternidad.
Estaba en la Universidad de Oriente, en Santiago de Cuba, y estudiaba alguna materia cuando alguien avisó que Fidel recorría el rectorado.  Me vestí con rapidez y cuando bajé aquellas escaleras larguísimas, ya era tarde.  Pero, casualidad, pude verlo.
Decidí salir a caminar por la ciudad y, de repente, en la Avenida Las Américas, sentí aquella sirena que hizo dar un vuelco a mi corazón.  Lo reconocí en aquella caravana de autos y con todas las fuerzas de mi ser grité su nombre ¡Fidel!
Y, qué alegría, sacó su brazo por la ventanilla del jeep y me dijo adiós. Fue un saludo rápido y anónimo porque no tengo testigos, no hice fotos, y tampoco, audios.  Solo en mi corazón está ese recuerdo.

Hace pocos meses lo volví a ver, en las sesiones del VII Congreso del Partido Comunista de Cuba, y ese día atrapé sus palabras, llenas de enseñanzas, de frases que quedarán para la historia de la Patria y de la firme convicción de un comunista, de un defensor de ideas justas.
En ese instante nos dijo que un día no estaría más; pero, que se iría con la satisfacción de haber cumplido su deber. Creo que se despidió, con dignidad, con toda la dignidad del mundo, y por eso lo atrapé con mis ojos, para decirles a mis hijos y mis amigos que él es mío, que está dentro de mí, que nunca le fallaré y que eternamente le honraré.