El vaivén de las olas, la fuerza de
los vientos y el rugido del mar son la vida para Raúl Yanel González Aguilera,
un joven que se desempeña como patrón de la embarcación de Prácticos
de Puerto en la Unidad Empresarial de Base de Puerto Padre y quien
pasa casi todo el día a bordo de su lancha.
Acostumbrado al ruido del motor y
sereno como casi siempre está la bahía de
Puerto Padre-Chaparra, accedió a su contar sus vivencias de una especialidad
tan importante y poco conocida.
“Nuestra misión principal es
favorecer la entrada de buques de pequeño, gran y mediano porte al puerto,
garantizando siempre la seguridad de la navegación y la asesoría a los
capitanes de los barcos. Somos el primer
eslabón de la cadena transporte-puerto- economía interna”.
Tras tres años de trabajo junto a
los prácticos de la Capitanía del Puerto del territorio portopadrense, aún
siente orgullo por su formación académica.
“Yo provengo de la Academia
Naval de la Marina de Guerra Revolucionaria y
en ella fue donde adquirí todos los conocimientos que hasta hoy tengo. La parte marítima siempre fue la que más me
motivó desde niño, tuve la posibilidad y supe aprovecharla bien. Me preparé para trabajar en cualquier parte
de Cuba, siempre que venza un
requisito especial para cada puerto del país”.
En el mar, aunque sea cerca de la
costa, se viven disímiles experiencias y Raúl Yanel no es una excepción. En una oportunidad estuvo a la deriva, a 15
millas del litoral y con una tormenta que se acercaba velozmente; solo los
conocimientos y las habilidades le permitieron salvar la vida. Pero, también tiene otro ejemplo.
“En este giro hay momentos que no se
sabe que se van a vivir. Cada día tienes
una experiencia nueva Lo viví con un
buque de 188 metros de eslora, que no había cómo hacerlo girar en el torno de
Punta Carenero ya que un remolcador falló en el momento indicado. Gracias a la
experiencia acumulada de otras acciones pudimos salvar al barco, que cargaba en
sus bodegas 20 mil toneladas de azúcar”
Con total certeza, el joven patrón
asegura que todos los días se aprende algo nuevo.
“En este mundo la preparación
didáctica e intelectual del hombre es muy importante. Leo muchos folletos porque estamos
incorporados a la Asociación
Internacional de Prácticos Marítimos específicamente a la Asociación de
Prácticos de Iberoamérica, de la cual somos miembros hace más de 15 años y
recibimos mucha información de los sucesos marítimos que pasan en el mundo”.
Amante confeso de la geografía y el
medio ambiente, el joven contribuye a que su entidad obtenga el reconocimiento
ambiental que entrega el Ministerio
de Ciencia, Tecnología y medio Ambiente.
“Amo profundamente a la geografía,
fundamentalmente la del archipiélago cubano, y amo a la naturaleza. Lo que más hacemos es velar, desde que
abordamos el barco, porque no existan manchas de hidrocarburos en la cubierta,
que no se vean vertimientos. Aquí a bordo
de la lancha no debo verter ningún tipo de sustancia contaminante… y si
encuentro cualquier violación, debo comunicarlo de inmediato a las autoridades
correspondientes”.
Por último, afirma que ama al mar y
que a él se entrega cada día con la misma pasión con la que da la bienvenida al
sol cada mañana.
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