¿Quién soy?

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Licenciada en Periodismo por la Universidad de Oriente en Santiago de Cuba, en el año 1994, y Máster en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de La Habana, en el año 2009. Esta es una página personal, dedicada a mi querida ciudad de Las Tunas, en Cuba, y con las puertas abiertas a otros sitios de la provincia, que lleva igual nombre. Espero que sigamos compartiendo imágenes, historias, anécdotas y proyectos de la tierra que nos vio nacer o que nos acogió como hijos propios. Ah, ahí les dejo varias fotografías de los 8 municipios tuneros.

domingo, 5 de enero de 2014

Lágrimas y sonrisas en el rostro alegre de Maribel



Aragua (Venezuela).- Las bellas montañas de la Colonia Tovar, en el estado venezolano de Aragua, reciben cada día las caricias de los sensibles ojos de una enfermera de la provincia de Las Tunas, quien sonríe y llora con igual pasión cuando habla de su casa y de las personas que le esperan allá.
Desde hace varios meses presta sus servicios como enfermera intensivista en el Centro de Diagnóstico Médico Integral del lugar, regalando a sus pacientes un trato exquisito en calidad y eficiencia, tal como hace de manera habitual en el lejano municipio de Majibacoa, exactamente en el policlínico “7 de noviembre”, de Calixto.
Maribel Santana Rojas es una mujer joven y fuerte, aunque ya acumula 22 años de trabajo.  Pero, esa amplia experiencia no la amilana y, al igual que ocurre en otros rincones de la extensa geografía venezolana, se empeña en aliviar los padecimientos de muchas personas y en prevenir enfermedades, sobre todo las respiratorias por la humedad y el frío que caracterizan a este lugar montañoso, a casi dos mil metros sobre el nivel del mar.
“Siempre los atiendo con mucha pasión y ellos se han sentido muy bien porque saben que los trato como si fueran de mi propia familia”.  Así dice Maribel mientras sonríe con una mirada tierna y llena de orgullo. Y asegura que su empeño con los pacientes la hace sentir muy bien, casi sin tiempo para la nostalgia.
“Este es un lugar muy bello, como bellos son los habitantes, muchos de los cuales descienden de alemanes.” Con la voz entrecortada por la emoción me cuenta cómo se relaciona con ellos.  “Llegan aquí enfermos, tristes y preocupados; y con la atención que les damos, no quisieran irse. Hasta nos piden quedarse unos días más”.
En estos meses de incansable labor, esta sencilla mujer se ha crecido por el agradecimiento de sus pacientes, y de manera particular por una persona especial.
“Es una persona diferente, que ha estado ingresada en muchas ocasiones.  Siempre se muestra muy contenta con nosotros, nos quiere mucho y dice que como los cubanos no hay otros en el mundo, que lo mejor que hizo el Comandante Hugo Chávez fue traernos para aquí y que está muy orgullosa de nosotros”.
Como para reafirmar las palabras de la enfermera tunera, la mujer, con la humildad impregnada en su rostro, derramó lágrimas llenas de silencio que hablaron de cariño, confianza y de una inmensa gratitud.
Esa y otras anécdotas estarán en la boca de Maribel cuando regrese al distante poblado de Calixto, un sitio especial en su corazón, donde la escucharán vecinos, familiares y compañeros de labor.
“Les contaré sobre el trabajo que realicé aquí en un lugar bonito, en el que los pacientes nos cogieron mucho cariño.  Que ellos no querían que nos fuéramos, que cumplimos la misión que nos encomendó el Comandante en Jefe Fidel Castro y que no importa el tiempo en aras de honrar nuestro compromiso”.
Entre lágrimas de emoción, esta sencilla y humilde mujer encuentra espacio para las sonrisas.
“Yo estoy muy orgullosa desde que llegué aquí. Tengo a mi niña embarazada y voy en marzo de vacaciones para estar al lado de ella a la hora del parto”.
Maribel Santana Rojas añora las jornadas junto a su familia; y también a sus pacientes y amigos del municipio tunero de Majibacoa.
Pero, se siente útil a miles de kilómetros, en las alturas de la Colonia Tovar, un lugar paradisíaco del estado venezolano de Aragua, al que llegó hace ya varios meses y del que conservará, por siempre, placenteros recuerdos.

Tengo un compromiso muy grande y pienso cumplirlo hasta el final



Foto: Yaimí Ravelo Rojas
Guanare, Portuguesa (Venezuela).-  En Guanare, la capital estadal de Portuguesa, sentí la risa de una muchacha joven, una vieja conocida que caminó desde niña por los pasillos de la emisora Radio Victoria, de la provincia de Las Tunas, tras su madre, Reina Ramona Rodríguez Reyna.
Sabía que en esa ciudad se crecía en la inmensidad del internacionalismo y la localicé desde Caracas porque en tierras lejanas todos somos hermanos, más si se comparte la nostalgia por el sitio que nos vio nacer y por espacios comunes.
Conversamos largo rato, sentadas en un cómodo sofá, y luego de hablar sobre la familia, el lento paso del tiempo y las añoranzas, me contó de su responsabilidad como distribuidora de medicamentos en un almacén desde que llegó al territorio bolivariano, en el mes de marzo.
“Gracias a mi trabajo de cada día evito que falten los medicamentos esenciales para el buen desenvolvimiento de los consultorios médicos populares, los centros de diagnóstico integral y las salas de rehabilitación.  Y, por supuesto, contribuyo a que esos productos lleguen con calidad, en el tiempo requerido”.
Ella es una muchacha joven y alegre, hija y nieta de personas humildes; pero, a la vez responsable y entregada a la causa de la solidaridad y comprometida con muchas personas a las que ni siquiera conoce.
“Claro que estoy dispuesta a cumplir con todas las tareas que me han sido asignadas.  El hecho de estar aquí es un compromiso muy grande y pienso cumplirlo hasta el final. Cumplo mis horarios de trabajo con disciplina y estoy dispuesta a enfrentar todo lo que haya que enfrentar”.
Cada día, al despertar y al anochecer, sus pensamientos vuelan lejos y ve su hogar, siente el cariño de su gente y la nostalgia la invade.  Pero, la disminuye de una manera especial.
“Centrándome en mi trabajo.  Con mucha atención a mis actividades cotidianas evito la nostalgia, aunque se siente y se extraña mucho.  También me ayuda vivir con una tunera, Ada Luz Peña Ortiz.  Es muy buena amiga, nos cocinamos juntas, trabajamos juntas y salimos juntas”. 
En todas las jornadas, la tunera Daimara Quintana Rodríguez se siente útil y orgullosa de la profesión de farmacéutica, la que le permitió crecerse como mujer cubana en una tierra extraña; pero, hermanada con la nuestra en la voluntad de hacer el bien a todas las personas por igual.

Una mujer tímida que sonríe



Foto: Yaimí Ravelo Rojas
Miranda (Venezuela).-  Una mujer de Amancio, en la provincia de Las Tunas, está a días de regresar a la patria, luego de largos meses repartiendo conocimientos para el desarrollo de diferentes habilidades entre los niños de la parroquia Leoncio Martínez, en el municipio de  Sucre, estado de Miranda. 
Elsa Peña Céspedes es tímida al hablar; pero, sonríe con facilidad cuando habla de su tierra, de las niñas que nacieron de su vientre y también cuando menciona a la Casa de Cultura Sergio Reynó Reyna, donde trabaja, o cuando sabe que su quehacer es útil en estas tierras hermanas.
Rodeada de varios miembros de sus talleres, esta integrante de la misión Cultura Corazón Adentro contó, a modo de resumen, su desempeño durante varios meses en el territorio bolivariano.
“En el período que he trabajado aquí he realizado mis talleres y he participado en diferentes eventos en las parroquias, los municipios y en los estados. Hasta ahora me ha ido bien y mi mayor satisfacción es que los niños también nos han enseñado diferentes técnicas que las hemos acogido muy bien”.
Con casi dos años de trabajo en la nación sudamericana, Elsa se siente satisfecha y atesora varias experiencias.
“He encontrado cosas que yo no esperaba ver.  Tengo las condiciones para cualquier técnica que vaya a realizar.  Y experiencias también tengo muchas.  Hay niños pequeñitos, de primer grado, que quedan encantados con lo que yo hago y entonces quieren volver, para aprender más y me dicen que van a traer a su mamita para que vea lo que ellos hacen y yo me digo que no solo quieren aprender sino que quieren que su familia aprenda”.
Llena de cariño se ilusiona y desea compartir sus vivencias con los compañeros de trabajo de su terruño porque “es que allá inventamos mucho, vivimos creando y creando, con ingenio, y aquí solo basta con aplicar la técnica”.   
Con sencillas palabras, la amanciera Elsa Peña Céspedes reafirma su compromiso y se enorgullece por cumplir con esta misión, con Cuba y con el pueblo tunero.
Fue, y aún es, muy útil en un pedacito de Venezuela donde se multiplica el municipio de Amancio, la provincia de Las Tunas, y todo nuestro país como parte de la obra humana que se construye en tierras bolivarianas.
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Misión Cultura Corazón Adentro

domingo, 3 de noviembre de 2013

Parece que fue ayer



Caracas.- Parece que fue ayer que llegué a esta ciudad de luces y grandes rascacielos, de millones de autos y motos que adornan el pavimento y lastiman los oídos; en cambio, ya han transcurrido más de cinco meses desde el momento sublime en que mis ojos avistaron, por primera vez, los cerros de la capital venezolana.
Ese ha sido un tiempo de nostalgias y añoranzas; pero, de crecimiento espiritual y, sobre todo profesional y humano, pues a cada paso se encuentran historias de los colaboradores cubanos que, como yo, dejaron detrás a sus niños, padres, amores y hermanos para ayudar, con su labor a que la vida sea más linda para millones de personas.

De ellos y junto a ellos aprendo con sistematicidad.  También de los venezolanos, quienes se nos parecen en muchas cosas como la música, la pasión por el béisbol, los chistes y los gestos. 

Cada día es uno más y, a la vez, uno menos.  Por eso aprovecho cada jornada para, en mis ratos libres, apreciar, desde la altura de este apartamento, la belleza de Caracas y soñar con mi Cuba, que se crece inmensamente en Venezuela.


Colonia Tovar, Alemania y Venezuela unidas en un bello sitio



Escuche AQUI el audio de la crónica.
 
Aragua (Venezuela).-  Turistas de todas partes del mundo llegan a la República Bolivariana de Venezuela y recorren su preciosa geografía, reunida en desiertos, selvas, nieve y volcán, como genialmente expresa la canción Venezuela, de los compositores españoles Pablo Herrero y José Luis Armenteros.
Así es en un paradisíaco lugar, conocido como Colonia Tovar, en el estado de Aragua, donde el clima, las flores y el dulce sabor de las frutas que se cultivan allá superan la atracción que siente cualquier persona cuando aprecia las hermosas imágenes gráficas de ese sitio.
Tentada estaba por conocer esos parajes y la ocasión llegó de imprevisto, cuando me propusieron visitar a los colaboradores cubanos que en materia de salud y deportes ayudan a los residentes en la zona, descendientes en su mayoría de un grupo de campesinos alemanes que se asentó en esas montañas en el año 1843.
Ubicada a unos mil 800 metros sobre el nivel del mar y conocido por ser un pedacito de Alemania en Latinoamérica, esa comarca tiene un acceso difícil e impresionante para quien no está acostumbrado a transitar por carreteras montañosas, estrechas y rodeadas de barrancos y acantilados.
Desde ellas se ven los carros y las casas como minúsculas piezas de juguete; al extremo de que los cubanos que me acompañaban aseguraron que nuestra imponente vía de La Farola, en la oriental provincia de Guantánamo, era insignificante en lo que a peligro y alturas se refiere.
Y también se aprecian, a lo cerca y a lo lejos, cuales semillas dispersas en todo el campo visual, muchos techos rojos de construcciones típicas del siglo XIX, en la región alemana de Baden, en la orilla oriental del río Rin.
De allá vinieron a ese pedacito del territorio venezolano muchos hombres, mujeres y niños, atraídos por una empresa colonizadora que luego de preparar las condiciones elementales trajo a los primeros habitantes de la colonia.
Primero se esforzaron en producir café, aunque luego se dedicaron a las legumbres y frutas, de manera especial a las fresas, los duraznos, las papas, los higos, las moras, y otros cultivos típicos de climas fríos.
Inicialmente se declararon una comunidad cerrada y no permitían el acceso de personas ajenas ni las relaciones con los nacionales.  Pero, pasó el tiempo y las lógicas circunstancias obligaron que ese municipio del estado de Aragua, abriera sus límites sentimentales y luego los físicos. 
El impacto mayor en los visitantes se inició en 1960, cuando comenzó su explotación turística.  Desde entonces es común ver a cientos de personas caminando por los senderos campestres, degustando suculentos alimentos en los bares y restaurantes, como las excelentes salchichas, o comprando hermosas piezas de la artesanía local.
Quienes residen actualmente en el lugar mantienen las tradiciones elementales de sus antepasados como el vestuario, los bailes, las costumbres y los alimentos típicos; y desarrollan la mayoría de sus actividades cotidianas en las mañanas pues casi todas las tardes son grises, frías y lluviosas.
Esas personas son, en su mayoría, rubios, de ojos azules y verdes, y muchos de ellos, aunque corresponden a las tercera y cuarta generaciones de los fundadores de la comunidad, hablan el alemán como segundo idioma. 
Y una cantidad significativa de sus habitantes son pacientes de los médicos cubanos radicados en el lugar, como un colombiano que luego de recuperar su salud decidió donar cada mes algunos alimentos para enriquecer la dieta de dichos profesionales, o como el señor Juan que lleva todos los días un termo de café a los rehabilitadores que devolvieron los pasos a su esposa.
Hablando de geografía, solidaridad, belleza, identidad y nostalgia con mis acompañantes y, como por casualidades del destino, encontré en ese sitio paradisíaco muchas plantas de mariposa blanca, la flor que no es nativa de Cuba pero se convirtió en símbolo nacional desde el 13 de octubre de 1936.
Junto al olor de una espiga llegó el recuerdo por la Patria y sin pensarlo dos veces aseguré que la Colonia Tovar es, además de alemana y venezolana, un poquito cubana también.

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