Año tras
año, por estas fechas, el mundo entero late a la par de Cuba, en un reclamo unánime por el cese
del bloqueo, injusto y cruel, que
el gobierno de Estados Unidos
mantiene, sin importarle las consecuencias, contra el archipiélago rebelde.
Escasas dos
o tres naciones se niegan a reconocer lo que es una evidente verdad. Washington impone desde hace
más de 50 años, un férreo asedio que intenta aniquilar a niños, adultos y
ancianos, a quienes limita el acceso a alimentos, tecnologías, medicinas y
comunicaciones.
Muchos
pasos de avance se han dado desde el 17 de diciembre de 2014, cuando los
presidentes de ambos países confirmaron su voluntad de establecer relaciones
bilaterales, no solo para la formalización de trámites diplomáticos sino para
cooperar en diversas materias.
Pero, 22
meses después, el bloqueo económico, comercial y financiero permanece intacto y
continúa dañando al pueblo. Por tanto, los cubanos y las personas justas de otras
naciones reclamamos que el bloqueo debe terminar sin imponer condiciones a La Habana.
Es una epidemia, larga, lenta y
asfixiante, impuesta el 3 de febrero de 1962, y por ella la Mayor de las
Antillas ha perdido miles de millones de dólares.
Con ese dinero hubiera crecido la
cantidad de viviendas e instalaciones sociales y fueran mejores nuestras
carreteras, habría más alimentos y hasta tuviéramos más teléfonos, conexiones a
internet y medios de enseñanza, entre otros recursos muy necesarios para el
buen vivir de las personas.
Se impone hablar de la salud. Apenas
cinco horas de bloqueo equivalen a los dializadores que se requieren en un año
para los pacientes con síndromes nefríticos y nefróticos. Y con lo perdido en
12 horas se compra la insulina que requieren anualmente unos 64 mil diabéticos.
Suman más de ciento 16 mil ochocientos millones de dólares por concepto de pérdidas
en todos los sectores de la sociedad, afectados por la cruel arbitrariedad, y
los ejemplos saltan a la vista cada día aunque se combaten con la inteligencia
y el esfuerzo constante de los cubanos.
Este pueblo amanece en todas las
jornadas bañado por la solidaridad internacional, arma amiga que ayuda a
enfrentar la injusticia, los rencores y la maldad del bloqueo.
Así será el próximo 26 de octubre, cuando en la sede
de la Organización
de Naciones Unidas una vez más se analice el tema, lo que ya ha ocurrido en
24 oportunidades consecutivas.
La comunidad
internacional apoya a Cuba por la justeza de su demanda y comprende que esta
nación no negociará sus asuntos internos ni renunciará a su soberanía, conquistada
con el sudor y la sangre de sus hijos.
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